Entre las principales barreras que denuncia este colectivo se encuentran las dificultades para acceder al empleo, porque “hay muchos prejuicios y discriminación por parte de los empresarios y también de los compañeros de trabajo”, así como las complicaciones en el acceso a la vivienda, teniendo en cuenta que “hay pocos pisos de entrenamiento para la vida independiente y pocas viviendas accesibles”.

Asimismo, el manifiesto hace hincapié en los problemas que encuentran las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo cuando realizan cualquier trámite burocrático, ya que “son complicados y no están adaptados”, al igual que ocurre con las leyes, las cuales “no están en lectura fácil”, suponiendo una barrera para estas personas.

En este sentido, estas personas reclaman que se realicen campañas de sensibilización para empresarios, se respete el número de puestos de trabajo públicos para personas con discapacidad, que se proporcione mayor número de pisos de entrenamiento para la vida independiente y se faciliten los trámites de acceso de estos pisos.

Por otro lado, se evidencian también las barreras que se encuentran estas personas cuando viven en pisos tutelados o residencias, entre las que se encuentran que no hay suficientes personas de apoyo y que a veces se ponen por delante las necesidades de las familias a las que tienen las personas con discapacidad intelectual.

Finalmente, el manifiesto critica también el excesivo paternalismo con el que las familias tratan a las personas con discapacidad y en este sentido denuncian que “no nos permiten salir solos o coger solos el transporte público” y “nos tratan como a niños”, impidiéndoles “vivir con nuestras parejas o tener pareja” y gestionando “nuestro dinero”.