Así lo recalcó en una entrevista publicada este jueves por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) y recogida por Servimedia, en el marco de las elecciones presidenciales que se celebran este domingo, después de que el Gobierno de Maduro las adelantase medio año. La oposición no concurre y critica la falta de tiempo para organizarse.

“Es como jugar un partido de fútbol y un equipo convoca el partido diez días antes de lo previsto y no da tiempo a los mejores jugadores del otro equipo a acudir. Las elecciones deberían organizarse en el último trimestre del año como se prevé en la Constitución”, aseveró el cardenal.

La fundación pontificia subraya que Cáritas Venezuela relató en su último informe que la inflación alimentaria superó el 1.300% en el 2017; que el Fondo Monetario Internacional estima que la inflación en el país será de 13.000%, la más alta del mundo en 2018.

Urosa recordó que el año pasado 140 personas murieron durante la represión de las marchas y que en algunos casos se trataba de víctimas “que no tenían siquiera que ver con las protestas”. “Yo vi un vídeo de una mujer que iba por la calle, no estaba en las marchas, se alejaba de la multitud de hecho y ‘pum’ un disparo y cae fulminada. A mí eso me sacudió. Siento que eso es terrible. Estamos en ‘shock’. Pareciera que el mal está campando… y que no importara ya que se mueran niños o que alguien se rinda y a pesar de todo sea asesinado. La gente ante tanto sufrimiento y sin una respuesta está descorazonada”, lamentó.

EMERGENCIA SOCIAL

“Estas elecciones no van a solucionar el problema de la emergencia social y por eso están deslegitimadas. Esas elecciones deberían posponerse, porque realmente no son legales ni son democráticas”, dijo, continuando con la línea de denuncia que hace la Conferencia Episcopal Venezolana.

Sin embargo, según subraya, a Ayuda a la Iglesia Necesitada, la Iglesia no está sola en esa denuncia, porque “hay muchos sectores de grupos que no están de acuerdo, que están tomando la palabra”.

“La Iglesia no es la única, para nada, pero quizá tenemos más impacto porque la confianza en el episcopado en la sociedad venezolana es muy fuerte”, reconoció a la par que relató la “deplorable” realidad del pueblo venezolano.

“La escasez de medicamentos e insumos médicos es algo gravísimo, incluida la atención en los hospitales, la falta de comida y el alto costo de los alimentos, el problema de transporte, la falta de dinero en efectivo… Un kilo de carne cuesta el salario mínimo. O un litro de leche en polvo… ¿quién se lo puede permitir? ¿Cómo puede ser que en un país no haya dinero? Eso mata cualquier economía. Desde la Conferencia Episcopal Venezolana hemos levantado nuestra voz para denunciar esa emergencia social o crisis humanitaria que existe en el país. Falta de luz y agua. Nadie se ha preocupado por sostener las estructuras y la manutención de los sistemas. Es la miseria. Es terrible ver el país en la ruina”, prosiguió.

ÉXODO

AIN relata que Cáritas Internacional cifra en más de cuatro millones las personas que han salido del país, lo que supone más del 10% de la población, a lo que el cardenal añade que se trata de “un éxodo” provocado “porque no hay futuro”.

“La situación es difícil de cambiar: ¿cómo puede haber cambio cuando el gobierno ha ocupado todos los espacios de los poderes públicos? No hay a quien acudir. Está la Asamblea Nacional pero está prácticamente inhabilitada, así como se ha invalidado a los partidos políticos. Por otra parte, se podría decir que existe una hipoteca de Venezuela en el juego geopolítico internacional, el país fue eliminando la cooperación con unos países y creando alianzas estratégicas con otros. Por ejemplo, para la explotación de la minería y del petróleo. En el sur de Venezuela hay minas de diamantes, oro y coltán… Es el famoso Dorado. Por cierto, la agresión al medio ambiente y la explotación incontrolada es otro tema preocupante”, explicó el prelado.

“Se puede decir que cualquier conflicto en Venezuela no es un conflicto sólo entre venezolanos. El país está dentro del juego geopolítico y económico internacional. Eso lo hace todavía más difícil. Pero no debemos dejar de orar por nuestro país y anhelar una solución pacífica”, concluyó.