El maestro dirigió el popular Adagio para cuerdas de Samuel Barber y fragmentos del emotivo Réquiem de Verdi con la colaboración de la Polifónica de Puig-Reig y las magníficas voces de Ainhoa Arteta, Anna Larsson, Nikolai Schukoff y Alexander Vinogradov.

Al acto litúrgico asistieron familiares y autoridades como la ministra de Política Territorial y Función Pública, Meritxell Batet; el ministro de Cultura y Deporte, José Guirao; o la consellera de Cultura Laura Borràs, según informa el Liceu en un comunicado.

El arzobispo, Joan Josep Omella, destacó en su homilía como Caballé “con su canto nos levantó el espíritu, nos elevó el alma y nos llenó el corazón de belleza y arte”.

Omella manifestó el deseo a Caballé de “que un día nos reencontremos juntos con Cristo y todos a los que querías y te querían para disfrutar de nuevo de tu voz de ángel, de tu mirada transparente, de tu sonrisa y de tu arte".

El presidente de la Fundación del Gran Teatre del Liceu, Salvador Alemany, ensalzó la importancia de Montserrat Caballé para el país y sobre todo para el Liceu, “el cual no sería el mismo sin el amor que la soprano le depositó".

"Rendirle estos homenajes es el deber de la institución con una de las piezas clave de la historia de la lírica, con la ciudadanía y el teatro que la han visto crecer”, dijo. “Caballé será un referente para las nuevas generaciones de la lírica y el Liceu conservará su memoria”.