Entidades sociales piden no ignorar los derechos de miles de personas sin hogar

MADRID
SERVIMEDIA

La presidenta de la Federación de Entidades y Centros para la Integración y Ayuda a Marginados (Faciam), Rosalía Portela, pidió este jueves a ayuntamientos, comunidades autónomas y Gobierno central que actúen “de manera conjunta y coordinada” para revertir la situación de las personas sin hogar, porque los centros y parroquias que atienden a estas personas están “sobrepasados”.

“Es muy duro decirle a una persona que no hay plaza”, remarcó durante una rueda de prensa en Madrid promovida por Faciam y Cáritas Española para presentar la campaña ‘Estoy tan cerca que no me ves. ¿Y tú qué dices? Di basta. Nadie sin hogar’.

Estas organizaciones perciben ese aumento de necesidad a diario. El INE cifró en 40.000 personas sin hogar en 2012, dato que las organizaciones creen que se ha modificado.

Portela habló de “diversidad” en el perfil de las personas que acaban en la calle, y que incluso hay familias y, cada vez, más personas trans. “La calle es diversa pero hay un denominador común, el derecho. Nos falta la mirada al derecho: a la vivienda, el empleo, la salud. Queremos que todos esos derechos que subyacen a estas situaciones pasen a un primer plano”, pidió.

“Ir de centro en centro no es la solución. Una de ellas es la vivienda ¿dónde están? Se necesita una oferta amplia y variada de vivienda en alquiler social sostenible para que la gente construya su vida. No hay oferta de vivienda”, lamentó.

BASTA

El responsable nacional de personas sin hogar de Cáritas, Quique Domínguez, insistió en la necesidad de hacer visible algo “que nos cuesta mirar” y de reclamar derechos y decir “basta” y escuchar “la voz del dolor” de quienes viven en la calle.

Julia Almansa, de la Fundación Luz Casanova, coincidió en que las personas sin hogar tienen “orígenes distintos e historias distintas” y “viven en las calles sin que les miremos”. Por su experiencia, percibe que ha bajado la edad media de las personas que están en esa situación, pues tienen una media de 37 años, hay “más inmigrantes”, que, en este caso, viven además “en una situación muy comprometida esperando que se les de la condición de refugiado, cuando se está demorando hasta un año que den la cita para la solicitud”.

“Es una situación gravísima que no está teniendo respuesta política ni social”, denunció, destacando que estamos en vísperas del invierno, con lo que implica para las personas sin hogar. Además, coincidiendo con el día contra la Violencia de Género, el 25 de noviembre, destacó que más de un 30% de mujeres que están en la calle es por una situación de violencia machista.

Los representantes de las organizaciones estuvieron acompañados por cuatro personas sin hogar, una muestra de lo heterogénea que es la situación, como Santiago, que a sus 66 años, duerme en la T1 del aeropuerto de Barajas, tras ser desalojado de una casa de renta antigua.

“El problema de una persona que vive en la calle es que estás todo el día dando vueltas, para desayunar, comer, ducharse dormir…” mientras “la gente mira para otro lado”. “Hay muchísima gente que está en la calle que parece que no está en la calle”, relató.

Otro caso es el de Mari Cruz, que tras divorciarse se trasladó a Madrid “con una mano delante y otra detrás” hace una década. Ahora vive en una habitación del Ayuntamiento de la capital. Por problemas de salud no pudo tener continuidad en un empleo y obtener una remuneración estable.

Gracias a un centro de la Fundación Luz Casanova, dijo se ha recuperado “como persona”, aunque ve cómo la gente que va al comedor donde ella va todos los días para alimentarse se deteriora. “Me da mucha pena”, recalcó.

PERSONAS TRANS

Michael es un chico trans de 25 años que tras quedarse huérfano acabó “de parque en parque”. Los pocos medios con los que contaba y el “estrés” le hicieron abandonar los estudios que había empezado y comenzó a sobrevivir entre pisos okupa y pidiendo en el metro.

“Conseguía algún trabajo pero era en negro o sin contrato. Lo que no ayuda a salir de la situación”, recordó. Gracias a un programa de la Comunidad de Madrid y Apoyo Positivo logró salir de esa espiral e, incluso, abandonar sus pensamientos “suicidas”, en una época en la que estaba en pleno proceso de cambio de sexo.

También Michael pagó los recortes que impidieron a las ONG atender a estas personas. Ha acabado en la Fundación San Martín de Porres, donde finalmente ha encontrado cierta estabilidad.

María, una mujer trans de 26 años, acabó en la calle después de que sus padres, testigos de Jehová, no aceptaran su homosexualidad. “Considero que estoy en la calle porque soy una mujer trans y no tengo las mismas condiciones”. A principios de año se le diagnosticó un linfoma, pero ha seguido estudiando a pesar del tratamiento de quimioterapia y buscando empleo. “Voy a entrevistas de trabajo, paso los procesos y no me llaman”, lamentó.

Vive en la fundación San Martín de Porres, donde fue derivada por la Comunidad de Madrid. “Me siento más segura. En la fundación nos hacen sentir que tenemos un hogar, que no estamos solos, que hay alguien que se preocupa por ti”, recalcó, pidiendo “empatía” a la sociedad hacia personas que están en casos similares al suyo.

(SERVIMEDIA)
22 Nov 2018
AHP/gja/nbc