Así se pronunció Casado, en un acto organizado por el PP en Mérida (Badajoz), en el que alertó de los peligros que se ciernen sobre España si el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es capaz de lograr los apoyos de los “comunistas de Podemos, los independentistas de ERC y los batasunos de Otegui” para seguir en La Moncloa tras los comicios del próximo día 28 de abril.

Por ello, apeló a la necesidad de “unir el voto” del electorado de derechas. Lo hizo destacando que el “patriotismo no es que tres hagan algo, sino que uno haga lo que tenga que hacer”, “el patriotismo es unir el voto para no desunir España”.

Esto le sirvió para explicar que el PP ha tendido la mano “generosamente” a aquellos partidos que anhelan “sacar a Sánchez de La Moncloa”, a pesar de que no tenía la necesidad de hacerlo porque “lideramos la encuestas”.

No obstante, utilizó el regreso del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, a la arena política tras su baja por paternidad para conminar al voto útil, puesto que el entendimiento entre éste y Sánchez ha provocado el retorno del “fantasma de la recesión” económica, la reapertura de las “heridas entre españoles”, la “división nacional” y la “fractura de España”.

Respecto del retorno de Iglesias a la actividad pública comentó que “no hacía falta que volviera”, ya que “Sánchez es Iglesias”. Esto le permitió presentar a ambos como una suerte de tándem en el que el primero ha conminado al segundo a “negociar en la cárcel con los independentistas los presupuestos”. “Son lo mismo”, exclamó.

Presentó al líder de Podemos como el “complemento” que necesita Sánchez junto con “los independentistas y batasunos de Otegui para seguir gobernando”. Hilvanó esta crítica con la caricaturización de Sánchez como el “presidente más radical y sectario” de todos cuantos ha tenido España tras la reinstauración de la democracia.

Incidió en que Sánchez ha tenido el mérito de “hacer bueno a Zapatero”, que, a su juicio, fue “el peor presidente de la historia de España”, apuntando que mientras que el segundo actuaba a partir de “unas convicciones equivocadas y de una historia familiar” determinada, el primero “lo hace fríamente para seguir gobernando”.

Aludió someramente a la situación en Cataluña para afirmar que del presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, “lo sabemos todo”, si bien comentó que el responsable último de sus desafíos es Sánchez, “que ha dejado que siga ahí, permitiendo que los independentistas manden en España, no descartando indultos, reconociendo la autodeterminación de Cataluña y no descartando la participación de relatores internacionales”.

Por último, evocó la figura del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez (1932-2014), que falleció tal día como hoy de hace cinco años, para enumerar las diferencias que existen entre éste y Sánchez. A su juicio, la principal es que mientras que Suárez “se levantó y se enfrentó a los golpistas” el 23-F, Sánchez “agacha la cabeza y manda a Bruselas” a aquel ministro (por Josep Borrell, sin mencionarlo) que “fue escupido” por aquellos.