Según esta entidad, nunca dejó de luchar por buscar los restos de su padre, Severiano Rivas, alcalde de Castro de Rei secuestrado y asesinado el 29 de octubre de 1936 por “traición a la patria”.

Año tras año viajó desde Argentina a su Galicia natal para buscarlo. En Portomarín le hablaron de un hombre bien vestido que había sido sepultado en Cortapezas (Portomarin), la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica recuperó su cuerpo, en el atrio de la iglesia, en el mes de agosto de 2005.

Entonces, Darío Rivas, con 85 años, depositó los restos de su padre en un nicho en el que podía leerse: “Papá, descansa en paz. Te lo pide tu niño mimado, Darío”.

A partir de ese momento comenzó una intensa y comprometida lucha por la recuperación de la memoria histórica y contra la impunidad de los crímenes de la dictadura franquista.

El 14 de abril de 2010, tras meses de trabajo de un grupo de abogados argentinos junto a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Darío Rivas fue el primer querellante contra los crímenes del franquismo que presentó una denuncia en Argentina, buscando la aplicación del principio de justicia universal.

Para Carmen García Rodeja, representante en Galicia de la asociación, “la lucha incansable de Darío Rivas y su amor a la humanidad le hizo acreedor de afectos entre todos los que lo conocieron. Allí a donde se le requería acudía a contar su historia familiar: emigración, represión... y conseguía hacer llegar lo sucedido en la "longa noite de pedra. Había adquirido el compromiso de estar allí donde se le requería, portando la dignidad de alguien que siempre estuvo en pie”.

Una de sus últimas acciones en Santiago de Compostela fue entregar a Ángela Merkel durante una visita oficial a la ciudad gallega, una carta en la que exigía a su gobierno reparación por los crímenes del ejército alemán que ayudó a Franco a instaurar su dictadura.

En el año 2014, a propuesta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, la Diputación de Lugo le hizo entrega de una Placa de Honor, en agradecimiento por su “defensa de los Derechos Humanos y su lucha en defensa de los represaliados y familiares de las víctimas de la represión franquista”.

La querella argentina que que presentó en Buenos Aires sigue abierta y desde que él abrió aquella puerta se han sumado a ella numerosas víctimas y organizaciones que han seguido sus pasos.