Así se pronunció el jefe de la diplomacia española, en una entrevista en Onda Cero recogida por Servimedia, después de que los británicos estén llamados hoy a las urnas para elegir a sus representantes en el Parlamento británico a pesar de estar inmersos en pleno proceso del ‘Brexit’.

Borrell supuso que quienes votaron hace tres años por la salida del Reino Unido de la Unión Europea han de estar “muy enfadados”, porque “ahora tienen que volver a elegir a sus representantes en Estrasburgo”.

Auguró que tanto los laboristas como los conservadores “van a pagar la frustración de parte del electorado británico” y para adelantar que “si los resultados son los que se aventuran, las elecciones acentuarían las ganas de los británicos de irse, pero no encuentran la puerta”.

Esto le sirvió para aseverar que dejar la UE “no puede hacerse de la noche a la mañana, como tampoco puede hacerlo Cataluña de España, aunque lo intentaron”.

Explicó que “hace cinco años no había pasado lo que tenemos ahora”: el ‘Brexit’, la crisis de refugiados, la presencia de Donald Trump en la Casa Blanca, la consideración de China como “un rival sistémico” y Rusia “no había empezado a dañar territorio ucraniano”.

Ante esta situación, expuso que la “disyuntiva” reside en “si seguir compartiendo soberanía para actuar junto o cada uno a su casa”, puesto que “ha vuelto el nacionalismo en Europa y el imperialismo en el mundo, dos de las pesadillas históricas”.

Lamentó que actualmente prime en el mundo el “relato atractivo” y explicó que es el Consejo Europeo el que “toma el rumbo” en la UE, “y luego está la Comisión con personas que han propuesto los gobiernos”.

Esto le permitió considerar una “leyenda” el relato de que Europa está dominada por tecnócratas y advirtió de que la UE “necesita ser más demócrata en su funcionamiento”, señalando que su Parlamento “no tiene todavía todos los poderes que puede tener un parlamento nacional”.

Por último, pronosticó que las fuerzas eurófobas y euroescépticas van a ser incapaces de lograr la mayoría absoluta en el Parlamento Europeo, una circunstancia que, de producirse, sería una “catástrofe”, “pero sería malo también que tuvieran un tercio y bloquearan las tomas de decisiones. Sería peligroso”.