Educación

Peter Tabichi, mejor profesor del mundo: “Me uní a la vida religiosa para dedicarme de todo corazón a la profesión docente”

- Da el 80% de su salario a quienes más lo necesitan y visita a las familias de sus alumnos para conocer sus problemas

MADRID
SERVIMEDIA

La Fundación Varkey premió la pasada primavera al franciscano keniata Peter Tabichi como el mejor profesor del mundo, pese a trabajar en unas circunstancias en contra, con clases de casi 60 alumnos por profesor, estudiantes que apenas desayunan unas gachas y llegan a clase después de caminar hasta siete kilómetros. Su éxito, explica, reside en una vocación que combina la entrega a los alumnos con el ingenio ante la falta de medios.

En una entrevista a Servimedia, Tabichi explica el origen de su vocación: “Me uní a la vida religiosa porque quería expresar libremente mi don a la comunidad y poder dedicarme de todo corazón a la profesión docente”.

“Mi éxito se debe a mis alumnos”, sostiene, por lo que entiende el premio, dotado con un millón de euros, como “un reconocimiento increíble” no solo para él “sino para la enseñanza y para África en general”.

Su labor, expone, va más allá de la docencia: “Hemos trabajado duro para desarrollar a nuestros estudiantes y ayudarlos a realizar su potencial no solo con el plan de estudios académico sino a través de varios clubes que desarrollan su colaboración, autoexpresión, confianza, pensamiento crítico y otras habilidades”.

Con ello, ha logrado para su escuela el reconocimiento nacional para las competencias ganadoras del Club de Ciencias, pues por ejemplo, fue designada como la mejor escuela pública del país en la Feria de Ciencia e Ingeniería de Kenia 2018, un logro reconocido por la Comisión de Servicio de Maestros de Kenia, el Centro de Educación en Matemáticas, Ciencia y Tecnología en África, la Comisión Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, la Real Sociedad de Química y los medios locales.

“Como resultado de esta aclamación, nuestra matrícula escolar aumentó de 200 en 2015 a 400 en 2018. También el año pasado tuvimos 26 estudiantes que asistieron a universidades y colegios. Si bien el número de alumnos se ha duplicado desde 2015, luchamos por proporcionar suficientes maestros y tenemos una proporción de alumnos por maestro de 58:1”, explica a Servimedia.

Tabichi enseña matemáticas y física a los estudiantes de la Escuela Secundaria Keriko en una parte remota del Valle del Rift de Kenia, una zona “muy árida” en la que, “sin embargo, en la temporada de lluvias los caminos se vuelven intransitables”. “Esto es difícil para nuestros estudiantes que tienen que caminar entre tres y siete kilómetros a la escuela todos los días”, recalca el mejor maestro del mundo.

“Nuestra comunidad es muy pobre y el 95% de nuestros estudiantes provienen de hogares pobres con inseguridad alimentaria. Muchos de ellos comen poco, excepto el desayuno de gachas y la mezcla de frijoles hervidos y maíz que obtienen para el almuerzo que les proporciona la administración de la escuela. Tenemos recursos muy limitados en la escuela con pocas instalaciones. Compartimos una computadora de escritorio y un proyector entre el personal docente y administrativo”, añade.

INGENIO

“Para superar el desafío de la baja conectividad” a Internet en la escuela, Tabichi tira de ingenio y de recursos: visita cibercafés en la ciudad cercana y guarda en caché el contenido digital en línea para usar cuando trabaja sin conexión en clase.

También descarga videoclips, algo que considera “muy útil durante mis lecciones. “Intento integrar las TIC en la mayoría de mis lecciones, desde filmar en mi teléfono hasta proyectar PowerPoint, pero si es necesario, usaré una simple caja de fósforos cuando enseñe sobre fricción. Siempre llevo algún aparato al aula con fines de demostración. Marca la diferencia y atrae a las mentes jóvenes”, confiesa este franciscano que los fines de semana visita a las familias de sus alumnos en sus hogares “para ver qué dificultades pueden enfrentar y encontrar formas de ayudarlos”.

Por ello, el galardón repercutirá en su comunidad y en la escuela, para fortalecer el club de ciencias, unas materias que considera “herramientas para la vida”, pues aumentan la confianza y autoestima de los jóvenes.

Tabichi también cree que los fondos le alcanzarán para invertir en un laboratorio de computación de la escuela y asegurar, precisamente, una mejor conectividad a Internet. “Quiero invertir en apoyar a estudiantes brillantes, pero desfavorecidos en mi área local”, agrega, pero, su ambición solidaria va más allá: “Ambientalmente, quiero invertir en la producción de cultivos tolerantes a la sequía y la jardinería en la comunidad”.

“Con la plataforma para ganar el premio y el gran interés que ha suscitado, también estoy interesado en apoyar la educación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) y me gustaría involucrarme con otros socios a nivel local e internacional para lograrlo. También tengo la intención de crear programas de intercambio sobre STEM con instituciones locales y globales”, expone a Servimedia.

Todo ello, prosigue, desde su vocación religiosa como franciscano, una organización católica “que busca empoderar a los pobres rurales a través de la educación, la agricultura sostenible y la construcción de la paz”.

“Me uní a la vida religiosa porque quería expresar libremente mi don a la comunidad y poder dedicarme de todo corazón a la profesión docente. A través de los Hermanos Franciscanos, doné el 80% de mis ingresos mensuales para ayudar a los necesitados, lo que incluye a algunos de mis estudiantes y personas más pobres de la aldea”, concluye.

(SERVIMEDIA)
15 Ago 2019
AHP/pai