La organización llamó este viernes a unirse a esta acción a través de las redes sociales con el hashtag #SerPuteroNoMola hasta el próximo lunes 23 de septiembre y a asistir a la performance que se realizará el mismo día en Ciudad Universitaria o a la charla sobre explotación sexual y trata que tendrá lugar la misma jornada en la Escuela de Ingeniería Agrónoma.

Su vicepresidenta, Celsa Andrés, pidió al entorno social y familiar de los “puteros que no mire para otro lado, que deje de reírles la gracia” y se convierta en “aliado y avergüence a quien explota a las mujeres”. “Es urgente hacerlo porque el 34% de los varones no cree que la prostitución sea una forma de violencia”, sentenció.

En los primeros nueve meses de 2019, la ONG ha atendido a 7.170 personas, de las que 521 presentaban “claros indicios” de ser víctimas de trata. Más del 91% de las personas atendidas son mujeres, el 5,5% son mujeres transexuales y el 3% hombres. Todo ellos son blanco de mensajes “despectivos” en blogs y foros por parte de los hombres que pagan por sexo y las tratan “como mercancía”.

En este sentido, la vicepresidenta de la ONG instó a “no transmitir a nuestros niños la idea de que la prostitución es un trabajo cualquiera y que ir a un burdel es como ir al supermercado”.

“No podemos normalizar lo que es explotación y a menudo, trata de personas, por eso es importante empezar a romper con esta idea en las sobremesas familiares, en los grupos de WhatsApp de amigos o en las copas después del trabajo”, reclamó.

Asimismo, advirtió de que la prostitución no es un “acto aséptico ni una moda a seguir" sino que, por el contrario, "esconde abusos, sometimiento y violencia”.

En el marco de la conmemoración del Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas, que se celebra el 23 de septiembre, la organización llamó la atención sobre los efectos “devastadores” de la prostitución sobre la salud de la mujer.

A este respecto, denunció que entre el 80% y el 95% de las personas en situación de prostitución ha sufrido alguna forma de violencia antes de empezar a ejercerla, el 62% declara haber sufrido una violación y el 68% sufre trastornos de estrés postraumático, un porcentaje “similar” al de las víctimas de tortura.