Según informó este viernes la UGR a través de un comunicado, los expertos han podido definir que se trata de una pequeña bolita rosácea compuesta por laca de granza, ‘rose madder’ obtenida a partir del uso del alumbre frio como fijador.

El hallazgo, cuyos resultados aparecen publicados en el último número de la revista ‘Saguntum’, se remonta al año 2000, cuando las labores de adecuación y construcción de una nueva nave industrial en lo que fue la antigua capital de la Lusitania -Augusta Emerita, actual Mérida-, se acompañaron de una excavación arqueológica que permitió exhumar una zona funeraria datada en el siglo I d.C.

Una de las tumbas "llamó la atención" de los expertos ya que su "interesante" depósito funerarío incluía un ejemplar de vieira con las dos valvas “intactas” que servían para “precintar” el contenido y presentaban dos pequeños orificios que, a partir de una serie de filamentos de plata, permitían su cierre.

Una vez abierto el molusco, además del sedimento que se había filtrado, los investigadores documentaron restos de cosméticos, concretamente, una pequeña bola de conglomerado pulverulento de coloración rosácea parcialmente desmigada en algunos puntos.

El ajuar funerario también integraba piezas de vidrio entre las que destacan algunos ungüentarios para contener aceites perfumados.

AMPLIAMENTE USADO

La utilización de las vieras para albergar productos cosméticos es un recurso “ampliamente usado” para aquellos de consistencia “sólida y semisólida”, sobre todo, ante el coste y el difícil acceso del alabastro, extraído, casi en exclusiva, en las canteras de Naukratis en Egipto.

La UGR subrayó que el uso del soporte malacológico como recipiente de cosméticos es “antiquísimo” y que existen minúsculas conchas en la ciudad sumeria de Ur del 2500 a.C. que contenían ya pigmentos usados con fines cosméticos.

Las clases más pudientes, por el contrario, usaban cajas (pyxis) que emulaban tipológicamente las conchas pero en soportes más lujosos como el ámbar o los metales preciosos.