Neurocientífica británica: “El cerebro de un hombre y el de una mujer no son tan distintos”

El texto se ha copiado correctamente en el portapapeles
La profesora emérita de Neuroimagen del Aston Brain Centre de la Universidad de Aston (Birmingham, Inglaterra) Gina Rippon ha señalado que “el cerebro de un hombre y el de una mujer no son tan distintos”. El objetivo de su declaración es acabar con las afirmaciones que muchos científicos hacen para buscar esas diferencias.
La declaración de la neurocientífica se produjo en una conferencia en la Fundación Ramón Areces con el título ‘El cerebro y el género: cómo nuestro mundo puede cambiar nuestro cerebro y condicionar nuestras mentes’. En ella, Rippon tachó de “neurobasura” libros como ‘Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus’.
“Este tipo de autores tenían muchas ganas de demostrar que los cerebros de hombres y mujeres son diferentes y no se metían en demasiadas profundidades científicas para terminar concluyendo casi que somos de planetas distintos…”, afirmó.
La experta, que acaba de publicar el libro ‘El género y nuestros cerebros’ (Ed. Galaxia Gutemberg), reconoce que “siempre se ha tenido la idea de que, igual que hombres y mujeres tienen cuerpos distintos, también había dos tipos de cerebros, uno femenino y otro masculino”.
“Esto lo han respaldado muchos investigadores hasta el siglo XXI, desde Charles Darwin, que consideraba que los cerebros de las mujeres no llegaban al nivel de los hombres, lo decía así, hasta Simon Baron-Cohen, que argumentaba en su libro ‘The essential different’ que el cerebro femenino nos hace más empáticas mientras que el cerebro masculino está más preparado para entender sistemas”, explicó.
Rippon recordó cómo se realizaron todo tipo de pruebas, sobre diferentes aspectos, como el peso, la forma o la densidad de los cereros con diferentes conclusiones, pero “aún hoy, si tomáramos un cerebro al azar, nadie sabría decir si correspondía al de una mujer o al de un hombre y mucho menos saber que pertenecía a una mujer a la que le gustaban los hijos y beber ginebra, por poner un ejemplo”.
“Todo lo anterior no significa que no haya diferencias sexuales en el cerebro, pero éstas tienen que ver con las hormonas y con la genética”, matizó. También explicó cómo los investigadores hasta ahora partían de la base de que existían esas diferencias, “se empeñaban en buscarlas, y cuando no las encontraban, se sentían frustrados, pensaban que habían fracasado y se ponían a repetir el estudio o no se fiaban de aquellos resultados”.
También reflexionó sobre el empeño en buscar estas diferencias. “Igual habría que mirar fuera del cerebro, en los cambios que se están produciendo en la sociedad. Tanto los genes como el ambiente son fundamentales. Los cerebros son plásticos y moldeables. Cada cerebro se desarrolla hasta alcanzar un punto máximo que hasta ahora se pensaba que coincidía con el final de la adolescencia o la veintena de años. Pero también se ha demostrado que esa plasticidad es tal, que va cambiando toda la vida, que todas las experiencias que tenemos lo van modificando”, indicó Rippon.
(SERVIMEDIA)
26 Feb 2020
ARS/gja