Fuerzas Armadas

España asume el mando por tercera vez de la misión de la OTAN de Policía Aérea del Báltico

Madrid
SERVIMEDIA

Las Fuerzas Armadas españolas han asumido por tercera vez el mando en la operación de la OTAN de Policía Aérea del Báltico, en la que participan por sexto año consecutivo desde el Destacamento Vilkas, sito en la base lituana de Siauliai, con seis F-18 y 137 militares durante los próximos cuatro meses.

El Estado Mayor de la Defensa (Emad) emitió un comunicado en el que informó de que el contingente español, cuyo grueso pertenece al Ala 15 del Ejército del Aire, sito en la base aérea de Zaragoza, ha tomado el relevo al destacamento de la Fuerza Aérea de Bélgica.

El contingente español, que estará liderado por el teniente coronel Jesús Gutiérrez Gallego, estará desplegado durante los próximos cuatro meses en la base de Siauliai, desde donde desarrollará la misión, bajo control de la cadena de mando de la OTAN.

La rotación liderada por España cuenta también con la participación de militares británicos y sus aviones ‘Eurofighter’. Paralelamente, en la base aérea de Ämari (Estonia) se han destacado aviones ‘Mirage 2000-5’ franceses.

El contingente español se encuentra conformado por personal del Grupo Móvil de Control Aéreo (Grumoca), del Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA), del Centro de Informática de Gestión (Ciges), del Grupo de Transmisiones (Grutra), del Grupo Central de Mando y Control (Grucemac), del Grupo Norte de Mando y Control (Grunomac), del Mando de Apoyo Logístico (Malog), del Centro Cartográfico y Fotográfico (Cecaf), de la Unidad Médica de Apoyo al Despliegue (Umaad) y de la Brigada de Sanidad (Brisan).

Antes de su despliegue en Lituania, los 132 militares desplegados han seguido el procedimiento establecido por el Ministerio de Defensa contra la transmisión del coronavirus para todos los relevos en operaciones internacionales de las Fuerzas Armadas.

Este protocolo, previo a los despliegues, consiste en la realización de un test RT-PCR, seguido de una cuarentena de 14 días y, al término de ésta, una nueva prueba RT-PCR.

Los militares continúan en aislamiento hasta la fecha del despliegue y su traslado a la zona de operaciones se realiza con todas las precauciones para evitar la transmisión de la enfermedad en vehículos desinfectados y con la obligatoriedad de utilizar mascarilla y guantes.

Los militares españoles no operan solos en la aplicación del principio de seguridad colectiva aliada que rige la defensa del espacio aéreo de la OTAN, en este caso para proteger a Estonia, Letonia y Lituania de posibles ataques aéreos en su territorio, incluyendo sus aguas jurisdiccionales, al tiempo que se garantiza el tránsito seguro del tráfico aéreo civil.

En esta misión también participan aeronaves de otros países miembros de la Alianza Atlántica que operan desde la citadas bases de Ämari, Siauliai y desde la de Malbork, en Polonia.

En 2004 la OTAN amplió su espacio aéreo al norte de Europa tras el ingreso de Estonia, Letonia y Lituania. Dado que ninguna de ellas cuenta con aviones de combate, durante los últimos 10 años 14 países aliados se han sucedido en distintas rotaciones de cuatro meses de duración desde la base de Siauliai. De hecho, España lideró en 2006 la décima rotación con cuatro aviones ‘Mirage F-1’ del Ala 14, con sede en la base aérea de Los Llanos (Albacete).

Tras la integración de las repúblicas bálticas en la OTAN la aviación rusa comenzó a surcar las rutas que sobrevuelan las aguas internacionales del golfo de Finlandia y el mar Báltico bordeando el litoral de Estonia, Letonia y Lituania entre las bases de San Petersburgo y Kaliningrado en dirección norte-sur o viceversa.

Los cazas españoles únicamente intervienen cuando se incumplen las tres normas fundamentales de vuelo: la presencia de una aeronave sin plan de vuelo declarado, la falta de comunicación entre el avión y el controlador aéreo civil en tierra y la carencia o desactivación del transpondedor. Esta es la herramienta que posibilita al controlador disponer de inmediato y en todo momento el tipo de aeronave y su altura para mantener la separación entre los aviones y evitar los riesgos de colisión.

Las aeronaves rusas en ocasiones no son detectadas por los radares civiles pero no pueden burlar los sistemas de detección militares, aunque sólo sea mediante una traza anónima en sus pantallas.

Así pues, la Alianza Atlántica continúa con el dispositivo reforzado de vigilancia y control del espacio aéreo báltico que puso en marcha en abril de 2014 tras el inicio de la crisis con Ucrania, cuando se pasó de cuatro a 16 aviones de combate en misiones de policía aérea y elevando a tres el número de bases de despliegue.

(SERVIMEDIA)
30 Abr 2020
MST/gja