Lo hizo en su intervención en el Congreso de los Diputados durante el debate sobre los últimos acuerdos del Consejo Europeo, en la que criticó el discurso de Vox, que como científico le deja “estupefacto”, y que juzgó una combinación de “neofranquismo y trampismo”, incluso con tintes de “terraplanismo”, y que se sintetiza en que sus dirigentes son “lo contrario de la Ilustración”.

Echenique rechazó las largas reformas legales que propone el PP con la única finalidad de copar espacio en los medios de comunicación y la propuesta “posiblemente ilegal” de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de promover una cartilla para quienes tengan anticuerpos de Covid-19.

Se refirió en varias ocasiones a los partidos de derecha como “los holandeses” de la Cámara por su supuesta coincidencia con la posición el Gobierno de ese país en la negociación europea y les dijo que, si fueran “patriotas de verdad, y no sólo de banderita”, aplaudirían cuando se dice que el acuerdo es bueno para España.

Pese a celebrar el pacto, Echenique precisó que en su partido no son ingenuos, y que está por ver si los 750.000 millones de euros son suficientes o no para paliar la crisis, y aseguró que el carácter histórico del acuerdo no está tanto en la cuantía de los fondos sino en su naturaleza, en los elementos que eran “impensables” en la anterior crisis, en la “dirección diametralmente opuesta” respecto a la anterior crisis económica.

Jaume Asens comenzó su intervención expresando su solidaridad con los independentistas condenados a los que se ha negado el tercer grado penitenciario, y denunciando que se trata de un “acto de venganza que nos aleja de la solución política al conflicto que vive Cataluña”. Pidió por ello a Sánchez “más valentía” para que la política pueda ser útil y supere “el legado del PP” y la judicialización de las decisiones políticas.

Acusó a continuación a la derecha de haber generado con sus acusaciones al Gobierno el “clima de coacción” que ha llevado al intento de agresión a la ministra de Trabajo por parte de un grupo de taurinos, o al “acoso” diario al domicilio de Pablo Iglesias e Irene Montero.

Por su parte, Enrique Santiago juzgó “aceptable” el acuerdo “a pesar de la actitud saboteadora y apátrida de la derecha española”, a la que acusó de intentar socavar al Gobierno buscando la derrota de España, inventando condicionalidades inexistentes para que la Unión Europea “les haga el trabajo sucio y acabe con el Gobierno que votaron los españoles”.