Así lo pone de manifiesto el informe ‘La respuesta de la ciencia ante la crisis del Covid-19’ elaborado por el Observatorio de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), que analiza la primera reacción de la ciencia mundial e iberoamericana ante la pandemia.

Más del 60% de la producción científica en los países iberoamericanos fue realizada exclusivamente por investigadores locales o en colaboración con otros investigadores de España o Latinoamérica.

Las primeras aportaciones de publicaciones científicas procedentes de Iberoamérica aparecieron poco después de empezar la crisis, el 30 de enero. Al igual que en la producción mundial, a partir de abril el ritmo de producción creció de forma acelerada, impulsado principalmente por las publicaciones de autores españoles y brasileños.

En tan sólo diez días, la producción iberoamericana se duplicó y, para finales de abril, se había quintuplicado.

Por otra parte, el estudio destaca que, salvo pocas excepciones, la mayoría de los países iberoamericanos cuentan con algún ensayo clínico activo, sumando un total de 401 pruebas en desarrollo, lo cual refleja los “importantes avances en materia de desarrollo tecnológico, investigación e innovación con sello iberoamericano”, destacó la OEI.

DEBILIDAD DEL SECTOR PRIVADO

Además, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú, España y Portugal crearon comités de expertos, formaron consorcios para el desarrollo tecnológico de insumos y demás elementos necesarios para abordar la pandemia, financiaron proyectos de investigación e impulsaron el desarrollo de herramientas para apoyar a empresas de la región.

Por último, el informe resalta que las instituciones que lideran los estudios en la región son de carácter público, sobre todo universidades, centros de investigación y hospitales. La que acumula un número mayor de estudios es la Universidad de São Paulo (Brasil), con 12 ensayos, seguida de la Fundación Miguel Servet en España con seis.

En este sentido, el informe también destaca la “preponderancia de las instituciones públicas en la investigación iberoamericana” frente a “la debilidad del sector privado”.