El título de la publicación, disponible en Amazon, es el consejo que le dio uno de sus tres hijos en una videollamada cuando se encontraba ingresado en el Hospital de Villalba (Madrid), donde llegó diciendo “me estoy muriendo”, según explicó a Servimedia.

Su combate al virus, “itinerario que ha vivido mucha gente”, se refleja en un relato que “tiene poco azúcar”. “No es suave, es testimonial”, añade en referencia a la obra que compiló a través de las entregas que mandaba de madrugada por correo electrónico a una periodista del diario ‘ABC’ desde su cama de hospital.

“Todos tenemos que saber pedir ayuda”, añade. “La ayuda que no tenía dudas de pedir fue la médica. La sopresa fue la ayuda psicológica, para las heridas que quedan dentro del alma”, añade, apelando también al “concepto de responsabilidad de todos, al esfuerzo colectivo” para salir de la pandemia.

Lo dice una persona que tuvo que salvar una carrera de obstáculos con varias recaídas por la enfermedad, el cansancio, las pérdidas de olfato, cabello y peso y las dificultades respiratorias (con bloqueo de su pulmón derecho incluido), y todo con la incertidumbre de estar solo y sin los abrazos de los suyos ante una enfermedad desconocida y las noticias luctuosas que mostraban las duras cifras de la pandemia.

Luego tuvo que enfocar su pelea en regresar a la vida que había protagonizado antes de marzo “y luchar psicológicamente contra las secuelas sin obsesionarse”.

PALABRAS

“Hemos pasado un año de palabras importantes que han servido para salvarnos la vida, como mascarilla y confinamiento, pero no podemos olvidarnos de las que sirven para vivir, como abrazo, encuentro, familia y sonrisa”, expone este hombre enamorado de su familia y el entorno natural de la Sierra de Guadarrama.

Ramón recuerda ahora todo aquello como una experiencia “dura y bonita en la distancia”, con la que trata de “cambiar lo malo por bueno”, como trata de hacer donando parte de la recaudación por la venta de ‘Respira papá’ a objetivos solidarios, la organización de infancia de la que es cofundador, Achalay, que significa “algo maravilloso” en quechua (‘www.achalay.es’), y que según resalta, “ha estado muy pendiente de las familias vulnerables desde que irrumpió la pandemia”, y a proyectos sociales de ILUNION.

De hecho, su libro se vende en la tienda que esta entidad tiene en el hospital donde estuvo ingresado, justifica, por el apoyo que desde ILUNION han dado a su propuesta editorial y por la cercanía que él tiene con el ámbito de la discapacidad, por uno de sus hijos.

Su altruismo tras el Covid-19 va incluso más allá, pues ya ha donado plasma repleto de anticuerpos de Covid-19 para que otras personas que se han contagiado puedan recuperarse. En breve repetirá la donación, pues dice que aún los tiene "disparados", bromea.