Bajo el lema Ban the Scan ('Prohibir el escaneo') la campaña arranca en la ciudad de Nueva York, pero se ampliará luego a otras partes del mundo para centrarse en el uso del reconocimiento facial allí.

Según Amnistía internacional, “los sistemas de reconocimiento facial son una forma de vigilancia masiva que viola el derecho a la privacidad y amenaza el derecho a la libertad de reunión pacífica y de expresión”.

Apuntó que “la tecnología exacerba el racismo sistémico”, ya que “puede afectar de manera desproporcionada a las personas de otras razas, que son ya objeto de discriminación y de violaciones de sus derechos humanos a manos de los agentes encargados de hacer cumplir la ley”. Las personas negras son también las que mayor riesgo corren de ser identificadas erróneamente por los sistemas de reconocimiento facial.

Para Matt Mahmoudi, investigador de Amnistía Internacional sobre inteligencia artificial y derechos humanos, “el reconocimiento facial entraña el riesgo de que los organismos encargados de hacer cumplir la ley lo utilicen como instrumento contra las comunidades marginadas en todo el mundo. De Nueva Delhi a Nueva York, esta tecnología invasiva pone nuestra identidad en contra nuestra y menoscaba los derechos humanos”, recalcó.

“Los neoyorquinos y neoyorquinas han de poder salir a ocuparse de sus quehaceres diarios sin ser rastreados por medio de reconocimiento facial", aseguró, y pidió seguir el ejemplo de otras grandes ciudades del país como Boston y San Francisco, que ya han prohibido su utilización.