Asegura esta sociedad en un comunicado que "cuando se permite fumar o utilizar otros dispositivos susceptibles de liberar nicotina en una terraza, se pone en riesgo a las personas que se encuentran en ella, así como al propio fumador que, durante varios minutos, permanece expuesto a los aerosoles de otros sin mascarilla".

Además, hay otro factor de riesgo más como el gesto reiterado de llevarse la mano a la boca (un fumador de una cajetilla de cigarrillos lo hace más de 300 veces al día). Y en el caso de las cachimbas, se añade el riesgo de transmisión del virus derivado de su uso compartido.

Así, explica la semFYC, "el fumador queda expuesto a las gotas que exhalan otras personas, en las que puede viajar carga viral. Las personas y objetos de su entorno quedan expuestas a las gotas y aerosoles exhalados por el fumador con más fuerza de la habitual (exhalar el humo los expulsa a más velocidad que hablar). Sí es portador de coronavirus, este puede transmitirse, y el propio producto (cigarrillo o e-cig) se convierte en un fómite (objeto sin vida) contaminado, contribuyendo al aumento del riesgo de contagio".

También alertan los médicos de familia de que estudios recientes han observado que la infección por Covid-19 es cinco veces más probable en jóvenes que habían usado cigarrillos electrónicos previamente y que esa probabilidad crecía hasta casi siete veces más si en ese mismo periodo habían fumado también tabaco normal.

Baleares, Canarias, Aragón, Comunidad Valenciana y Asturias ya han prohibido fumar y vapear en las terrazas de los bares. "Sin embargo, la vía más segura para alcanzar esta protección es una ampliación de las leyes reguladoras a nivel estatal, que iguale la normativa en todo el territorio", concluye la semFYC.