Ciencia

El cambio climático, y no la caza humana, acabó con la megafauna de América del Norte

- Según un nuevo estudio

MADRID
SERVIMEDIA

Las poblaciones de grandes mamíferos como mamuts y perezosos terrestres se extinguieron en América del Norte por un cambio climático y no por la caza excesiva de comunidades humanas en rápida expansión tras su entrada al continente.

Así se explica en un estudio liderado por el Instituto Max Planck de Ecología Química (Alemania) y publicado este martes en la revista 'Nature Communications'. El trabajo, basado en un nuevo enfoque estadístico, sugiere que disminuciones drásticas de las temperaturas iniciaron hace unos 13.000 años el declive y la extinción de los mamíferos más grandes de América del Norte, aunque los humanos pudieron haber influido de forma más compleja e indirecta.

Antes, hace unos 10.000 años, América del Norte era el hogar de muchas criaturas grandes y exóticas, como mamuts, perezosos gigantes terrestres, castores grandes y enormes criaturas parecidas a armadillos conocidas como gliptodontes. Entonces, la mayoría de los animales en Norteamérica que pesaban más de 44 kilos -agrupados en lo que se conoce como megafauna- había desaparecido.

Las razones de tal extinción se han debatido intensamente durante décadas y la mayoría de los investigadores argumentan que la caza excesiva humana, el cambio climático o la combinación de ambos factores fueron los responsables. Un nuevo enfoque estadístico decanta ahora la balanza del lado del clima extremo.

Desde la década de 1960 se ha planteado la hipótesis de que, a medida que las poblaciones humanas crecieron y se expandieron por los continentes, la llegada a América de cazadores especializados en 'caza mayor' hace unos 14.000 años llevó rápidamente a la extinción a muchos mamíferos gigantes. Los animales grandes no poseían los comportamientos antidepredadores apropiados para lidiar con un depredador novedoso, altamente social y con herramientas, lo que los hacía particularmente fáciles de cazar. Según los defensores de esta 'hipótesis de la exageración', los humanos se aprovecharon al máximo de presas fáciles de cazar, devastando las poblaciones de animales y conduciendo a las criaturas gigantes a la extinción.

Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con esta idea. Muchos científicos han argumentado que hay muy poca evidencia arqueológica para apoyar la teoría de que la caza de megafauna fue lo suficientemente persistente o generalizada como para causar extinciones. En cambio, los importantes cambios climáticos y ecológicos pueden haber sido los culpables.

Alrededor de la época de las extinciones (hace entre 15.000 y 12.000 años), hubo dos cambios climáticos importantes. El primero fue un periodo de calentamiento abrupto que comenzó hace unos 14.700 años, y el segundo resultó ser una ola de frío hace unos 12.900 años, durante la cual el hemisferio norte volvió a condiciones casi glaciales. Uno o ambos de estos importantes cambios de temperatura y sus ramificaciones ecológicas han estado implicados en las extinciones de la megafauna.

"Un enfoque común ha sido tratar de determinar el momento de las extinciones de la megafauna y ver cómo se alinean con la llegada humana a América o algún evento climático", apunta Mathew Stewart, coautor principal del estudio, que añade: "Sin embargo, la extinción es un proceso, lo que significa que se desarrolla a lo largo de un periodo de tiempo, por lo que, para comprender qué causó la desaparición de la megafauna de América del Norte, es fundamental que comprendamos cómo fluctuaron sus poblaciones en el periodo previo a la extinción. Sin esos patrones a largo plazo, todo lo que podemos ver son coincidencias aproximadas".

HIPÓTESIS EN CONFLICTO

Para probar estas hipótesis en conflicto, los autores utilizaron un nuevo enfoque estadístico desarrollado por W. Christopher Carleton, el otro coautor principal del estudio, y publicado el año pasado en el 'Journal of Quaternary Science'. La estimación del tamaño de la población de grupos de cazadores-recolectores prehistóricos y animales extintos no se puede hacer contando cabezas o cascos. En cambio, los arqueólogos y paleontólogos usan el registro de radiocarbono como un indicador de los tamaños pretéritos de población.

La razón es que, cuantos más animales y humanos haya en un paisaje, más carbono datable queda atrás después de que se han ido, lo que luego se refleja en los registros arqueológicos y fósiles. A diferencia de los enfoques establecidos, el nuevo método explica mejor la incertidumbre en las fechas fósiles. El principal problema con el enfoque anterior es que combina la incertidumbre asociada con las fechas de radiocarbono con el proceso que los científicos están tratando de identificar.

"Como resultado, puede terminar viendo tendencias en los datos que realmente no existen, lo que hace que este método sea bastante inadecuado para capturar cambios en niveles de población pasados. Usando estudios de simulación donde sabemos cuáles son los patrones reales en los datos, han podido demostrar que el nuevo método no tiene los mismos problemas. Como resultado, nuestro método es capaz de hacer un trabajo mucho mejor capturando los cambios a lo largo del tiempo en los niveles de población utilizando el registro de radiocarbono", explica Carleton.

Los autores aplicaron este nuevo enfoque a las extinciones de la megafauna del Cuaternario tardío en América del Norte. A diferencia de estudios anteriores, los nuevos hallazgos muestran que las poblaciones de grandes mamíferos fluctuaron en respuesta al cambio climático.

"Las poblaciones de megafauna parecen haber aumentado a medida que América del Norte comenzó a calentarse hace unos 14.700 años", afirma Stewart, que añade: "Pero luego vemos un cambio en esta tendencia hace alrededor de 12.900 años cuando América del Norte comenzó a enfriarse drásticamente y poco después de esto comenzamos a ver que ocurren las extinciones de la megafauna".

Aunque estos hallazgos sugieren que el regreso a condiciones casi glaciales hace unos 12.900 años fue la causa próxima de las extinciones, es probable que la historia sea más complicada. "Debemos considerar los cambios ecológicos asociados con estos cambios climáticos tanto a escala continental como regional si queremos tener una comprensión adecuada de lo que impulsó estas extinciones", subraya Huw Groucutt, autor principal del estudio, que agrega: "Los seres humanos tampoco están completamente libres de culpa, ya que es posible que hayan desempeñado un papel más matizado en las extinciones de la megafauna de lo que sugieren los simples modelos de destrucción excesiva".

Muchos investigadores han argumentado que es una coincidencia imposible que las extinciones de megafauna en todo el mundo a menudo ocurrieran en el momento de la llegada de los humanos. Sin embargo, es importante demostrar científicamente que hubo una relación y que, si la hubiera, las causas pueden haber sido mucho más indirectas (como a través de la modificación del hábitat) que un frenesí cazador cuando los humanos llegaron a una región.

(SERVIMEDIA)
16 Feb 2021
MGR/clc