La firma de calificación de solvencia bajó el sesgo de las notas asignadas a la deuda soberana española desde ‘positivo’ a ‘estable’ el 29 de mayo del 2020 “para reflejar el deterioro sustancial en las proyecciones económicas, fiscales y de deuda del país” ante la pandemia del Covid-19, según ha recordado en un informe emitido este viernes.

El PIB acabó, de hecho, el año con una “muy sustancial” caída del 11% “y se estima que el saldo fiscal global ha registrado un déficit cercano al 11% del PIB”, recuerda. Sin embargo, mantiene su nota, por mejorar sus pronósticos y porque, de cara al futuro, augura que “la fuerza del repunte económico será fundamental para que España evite los efectos perjudiciales económicos a largo plazo de la pandemia”.

“Debería producirse un fuerte repunte económico en la segunda mitad de 2021 gracias a la mejora de la situación de la atención sanitaria y la eliminación más completa de las restricciones”, indican sus expertos en el informe, a la vez que reconocen que los nuevos brotes del virus y un lanzamiento “aún relativamente lento” de las vacunas “continúan nublando las perspectivas de crecimiento económico con incertidumbres”.

En sus últimos escenarios económicos publicados por la firma a finales de enero de 2021, DBRS Morningstar estimó que el PIB español crecerá un 6,5% este año, cifra cercana a la última estimación del Banco de España, situada en el 6,8%.

A su juicio, la “clave” para la recuperación económica del país en 2021 “será la implementación oportuna del plan Next Generation EU (NGEU), programado para impulsar el impulso de crecimiento del país y posiblemente ayudar a aumentar el crecimiento potencial de España a medio plazo”.

En cuanto a la evolución por la crisis, la firma de rating recuerda que la deuda se disparó desde el equivalente al 95,5% del PIB del 2019 a un 117,1% al cierre del 2020, pero lo considera positivo en la medida que se situó por debajo del 120% inicialmente previsto y su coste de financiación “ha continuado manteniéndose cerca de mínimos históricos al mismo tiempo que la vida promedio de la deuda aumentó durante el año pasado”.

Al respecto señala que España ha seguido beneficiándose de las políticas monetarias del Banco Central Europeo (BCE) y “la asequibilidad de la deuda del país ha seguido reforzándose en 2020, a pesar del aumento de su stock de deuda”. De cara al futuro, apunta que será preciso ajustarla “para que el país limite los efectos duraderos de la pandemia en su perfil crediticio” una vez que la economía se recupere y estabilice.

Para la firma de solvencia, la nota “A" responde a la diversificación de la economía, “el competitivo sector exportador y la membresía de la eurozona”, algo que espera que acompañe para empujar la recuperación.

En contrapartida estima que el elevado ratio de deuda pública de España y la dependencia de la financiación exterior “son fuentes de vulnerabilidad crediticia”, mientras que el alto desempleo estructural y la temporalidad ponen de evidencia las deficiencias del mercado laboral, mientras que la situación independentista de Cataluña “permanece en un segundo plano, aunque las tensiones se han moderado”.

SERÁN CLAVES LAS REFORMAS

La firma apunta que podría decidir una mejora posterior del rating si se produce una implementación exitosa de un plan a medio plazo para reequilibrar las finanzas públicas y colocar la relación deuda-PIB “en una firme tendencia a la baja”; se produce una “fuerte recuperación” que reduzca “las preocupaciones sobre cicatrices económicas duraderas”; o se introducen reformas económicas para aumentar el crecimiento potencial, posiblemente mejorando el funcionamiento del mercado laboral y aumentando la productividad.

Sin embargo, su decisión podría ser la de bajar la nota si se evidencia que el daño económico de la pandemia de coronavirus “es sustancialmente mayor y más persistente de lo esperado”, tiene lugar una “desviación” del compromiso de política fiscal prudente “que deteriora aún más las finanzas públicas con el tiempo”; ocurre un aumento “sostenido” del coste de financiación o “una amenaza a la unidad territorial de España que erosiona sustancialmente el perfil económico y financiero del país”.

En su análisis valora que, a pesar de que el Covid interrumpió un período prolongado de crecimiento, el hecho de que fuera robusto, el desapalancamiento del sector privado y el restablecimiento de la competitividad permitió a España “entrar en la crisis actual con una sólida base económica, en contraste con la expansión impulsada por el crédito que precedió a la crisis financiera mundial”.

Aunque reconoce que la economía española fue “una de las más afectadas por la pandemia” y su caída contrasta con el 6,8% sufrido por la zona del euro, subraya el buen desempeño en el tercer trimestre al mejorar la situación sanitaria y valora “positivamente” que se ha conseguido “reducir drásticamente el nivel de contagios en las últimas semanas, sin tener que implementar bloqueos tan estrictos como en algunos países vecinos”.

A medio plazo, juzga esencial “evitar daños económicos duraderos” y a tal efecto valora la contención de la destrucción de empleo con los ERTE y la liquidez avalada por el ICO que ha “evitado un aumento de las quiebras de empresas”. También estima que el plan de recuperación “representa una oportunidad importante para impulsar la inversión y reactivar la agenda de reforma estancada” y que, con su puesta en marcha, “podría afectar positivamente las perspectivas de crecimiento a largo plazo de España, aumentando la productividad y reduciendo el desempleo estructuralmente alto”.