Los datos de este observatorio, dependiente de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y dados a conocer este lunes, se unen a las 419,1 ppm registrados recientemente por el ubicado en Mauna Loa (Hawái), que es la estación con la serie de concentración de CO2 más larga del mundo.

Los datos recogidos por el observatorio de Izaña confirman que la concentración de CO2 continúa en aumento y no se ha visto frenada por la disminución de las emisiones debido a la paralización parcial de la actividad y a la disminución del transporte de mercancías y viajeros que ha provocado la pandemia del coronavirus en todo el mundo.

Antes de la irrupción de la pandemia ya se habían registrado otras reducciones en las emisiones anuales de CO2, como la ocasionada por la crisis económica mundial de 2008, con una disminución porcentual similar a la de 2020.

En general, los años en los que el crecimiento económico se ha visto frenado por alguna crisis se observa una ralentización en el ritmo de emisiones de CO2 a la atmósfera. Sin embargo, la concentración promedio anual de CO2 medida en la atmósfera ha seguido aumentando sin verse afectada por estas variaciones anuales, según el Ministerio para la Transición Ecológica.

Sin embargo, la concentración de CO2 en la atmósfera no depende de las emisiones anuales, sino del total de emisiones que se han ido acumulando hasta ese momento en la atmósfera. El dióxido de carbono es un gas de larga vida y se calcula que continúa calentando la atmósfera (un fenómeno conocido como forzamiento radiativo positivo) durante más de 100 años.

Por tanto, una disminución puntual de las emisiones anuales globales de CO2 es sólo significativa al compararla con el año anterior, pero es irrelevante cuando se analizan las emisiones anuales acumuladas en la atmósfera a nivel global.

Además, el incremento anual de CO2 entre dos máximos anuales consecutivos no es constante, sino que la diferencia interanual de dióxido de carbono en la atmósfera aumenta a medida que pasan los años.