Estas es una de las principales conclusiones de este estudio, financiado por la Comisión Europea, a partir de las 3.000 experiencias registradas a través de una web activa en Madrid, Barcelona, Sevilla, Bruselas, Amberes y Charleroi. Del total de los testimonios, 879 fueron relatados por jóvenes con edades comprendidas entre 15 y 25 años de las tres ciudades españolas.

En ese sentido, casi ocho de cada diez jóvenes de Madrid, Sevilla y Barcelona han sufrido acoso callejero, de las cuales únicamente el 3% lo denuncia.

En líneas generales, las jóvenes recurren a estrategias individuales para autoprotegerse y aumentar su sensación de seguridad, como ir acompañadas para no tener que recorrer solas determinados trayectos, modificar sus rutas, vestirse de manera distinta o escuchar música para aislarse de los comentarios.

También resulta llamativo el uso que hacen de los teléfonos móviles, que emplean para fingir que hablan con otra persona, compartir su ubicación en tiempo real, avisar de que han llegado a su destino o fotografiar a sus acosadores.

El 66% de las jóvenes consideran que son acosadas por el hecho de ser mujeres, lo que, según Begoña Solórzano, directora de Programas Locales de Plan International, “se trata de una discriminación por razón de género que tiene impacto real en la vida de las jóvenes, porque no se sienten libres ni seguras, y, sin embargo, la legislación española no recoge el acoso callejero”.

Las jóvenes denuncian que durante la pandemia el acoso callejero se ha trasladado a las redes sociales, un nicho de comunicación ampliamente utilizado para seguir las clases virtuales, mantener el contacto social o entretenerse.

Por su parte, el 77% de las situaciones de acoso callejero que sufren las chicas no implican contacto físico, sino que se circunscriben a miradas, silbidos, persecuciones, comentarios e insinuaciones, siendo Sevilla la ciudad donde se viven más situaciones de este tipo (81%), seguida de Madrid (79%) y Barcelona (71%).

Por el contrario, de media, un 9% de los casos de acoso callejero en las tres ciudades españolas que formaron parte del estudio llega al contacto físico: un 15% en Barcelona; un 8% en Sevilla; y un 7% en Madrid.

El 59% de las jóvenes son acosadas por un hombre que está solo, mientras que un 34% lo son por grupos de individuos. A su vez, el 12% de ellas relatan que sus acosadores se encontraban bajo los efectos del alcohol y las drogas.

El 43% de las experiencias de acoso tuvieron lugar en la calle, aunque también se produjeron en parques, zonas ajardinadas amplias o estaciones de transporte.

Cabe destacar que el 90% de las jóvenes que sufrieron acoso callejero no sufrieron ayuda por parte de los testigos de los hechos, lo que pone de manifiesto que “la sociedad asiste impasible” ante un fenómeno que una de cinco mujeres que lo sufre lo ha normalizado.

Los factores que hacen que las jóvenes perciban más inseguridad están relacionados con que sean lugares poco transitados, que se encuentren en vías secundarias o estén lejos de sus lugares de residencias o sus centros de estudio. Al mismo tiempo, el 26% cree que los lugares concurridos son seguros, otro 26% considera lo mismo con las zonas con “infraestructuras adecuadas” y el 24% se siente a salvo con “presencia policial o vigilancia”.

Respecto a las franjas horarias, el 54% de los casos ocurren en de noche o en plena madrugada, si bien un 20% señala que son acosadas “en cualquier momento”: en Sevilla, un 25% lo fue a cualquier hora del día; en Madrid, un 19%; y en Barcelona, un 12%.

A la hora de elegir cómo moverse por las noches, las jóvenes tampoco lo hacen libremente, ya que tienden a evitar los transportes públicos y algunas optan, si pueden, por hacerlo en taxi.

RECOMENDACIONES

Ante esta situación, Plan International recomienda a las autoridades legislar sobre el acoso callejero, mejorar la planificación urbana mediante la adopción de un enfoque de género, apostar por una educación inclusiva y en igualdad, aumentar los recursos de atención para las víctimas de acoso callejero, incentivar la participación de los jóvenes en el diseño de ciudades más seguras, sensibilizar a la sociedad y difundir las iniciativas municipales sobre esta cuestión, reforzar la seguridad en los espacios considerados inseguros, e incorporar una “visión amplia” del acoso como una forma de violencia de género y de control de las niñas y adolescentes en el espacio público.

Por último, las jóvenes que participaron en el proyecto entregarán los resultados en los ayuntamientos de las tres ciudades y compartirán estas recomendaciones con los responsables de las áreas de gobierno implicadas.