España destinó 356 millones de euros a ayuda humanitaria en 2010, un 23% menos que el año anterior

MADRID
SERVIMEDIA

El presupuesto dedicado por el Gobierno español a ayuda humanitaria el pasado año 2010 ascendió a 356 millones de euros, lo que supone un descenso del 23% respecto a 2009, según un informe elaborado por el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Ayuda Humanitaria (Iecah) con la colaboración de Médicos sin Fronteras (MSF).

Por otro lado, la financiación para ayuda humanitaria a escala internacional alcanzó el pasado año los 12.190 millones de euros, lo que supone un incremento del 10,6% respecto a 2009. El estudio, que lleva por título "La acción humanitaria en 2010-2011: crisis sobre crisis" y fue presentado este lunes en rueda de prensa, destaca que si bien el presupuesto internacional destinado a ayuda humanitaria creció en 2010, también lo hicieron las necesidades de las poblaciones afectadas por conflictos, catástrofes y epidemias.

En el caso de España, en 2010 se produjo por primera vez un considerable recorte de la ayuda humanitaria pública. Según explicó Francisco Rey, codirector del Iecah, "la distribución de la ayuda sigue patrones de gran desigualdad".

Indicó que "el interés de los países donantes, que es mucho en el caso de grandes desastres naturales, se reduce notablemente cuando se trata de emergencias complejas, como demuestra la caída en la financiación de los llamamientos consolidados (CAP) de Naciones Unidas para países como República Centroafricana, Chad o Zimbabue".

En 2010, los CAP consiguieron sólo el 63% de los fondos requeridos, el porcentaje más bajo desde 2001. "La ayuda humanitaria se está tensando, ya que las necesidades aumentan a un ritmo mayor que la financiación disponible", añadió Rey.

El informe asegura que otra debilidad de la financiación internacional procede del hecho de que el grueso de las aportaciones sigue procediendo del mismo grupo de países, miembros del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, y no parece que el resto (que fundamentalmente responden a desastres de gran magnitud) vayan a suplir la falta de aportaciones.

Además, en el actual contexto de crisis, el coste de los artículos básicos (alimentos y combustible, entre otros) va en aumento, lo que agrava la situación de poblaciones ya vulnerables, incrementando su necesidad de asistencia, y al mismo tiempo encarece el coste de esa misma ayuda, una presión añadida sobre países donantes también golpeados por la crisis económica global.

El estudio señala que España, por ejemplo, registró por primera vez en 2010 un "considerable y preocupante" retroceso de su presupuesto de ayuda humanitaria, que se situó en 356 millones de euros, un 23% menos que en 2009.

Esta reducción fue mayor que la experimentada por la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) en su conjunto, y ha sido especialmente fuerte en las partidas de ayuda multilateral. Aunque se produjeron progresos (calidad y rapidez de la movilización de ayuda, coordinación estatal, etc.), persiste la sensación de que la ayuda humanitaria sigue sin encontrar su sitio en el seno de la AOD, hasta el punto de que ni siquiera se incluyó en el Plan Anual de Cooperación Internacional (PACI) de 2010.

Según el informe, resulta de especial preocupación la retirada de apoyo al Fondo Mundial de la ONU para la Lucha contra el Sida, del que España llegó a ser el cuarto donante de fondos en 2009.

El estudio apunta igualmente a un incremento del fenómeno de dobles y triples afectaciones de poblaciones ya muy vulnerables, personas ya afectadas por crisis enfrentándose a nuevas amenazas: la epidemia de cólera tras el terremoto de Haití, las inundaciones en zonas de Colombia ya muy afectadas por la violencia o la sequía y la emergencia nutricional añadidas a dos décadas de guerra en Somalia.

Volvieron a ser agudas las crisis nutricionales en el Sahel y el Cuerno, seriamente agravadas debido a la subida del precio de los alimentos, mientras que la cobertura vacunal en el sur de África dio serias muestras de retroceso, un síntoma más de vulnerabilidad de los sistemas de salud en la región.

A pesar de todo ello, y aparte de grandes desastres como Haití –donde fracasaron los mecanismos de coordinación de la ayuda humanitaria-, las preocupaciones internacionales estuvieron más centradas en cuestiones políticas, con el terrorismo asentado en la agenda de seguridad y esta última dominando las relaciones internacionales, un multilateralismo debilitado, una crisis económica sistémica y los conflictos y la violencia social presentes en todos los rincones del planeta.

En palabras de Jesús Núñez, codirector del Iecah, "la acumulación de esta multiplicidad de factores ha provocado, entre otros motivos, el desvío de la atención de los principales actores internacionales hacia asuntos de naturaleza política, cuando no directamente militar".

"La guerra contra el terrorismo, en sus diferentes modalidades, se ha asentado como el elemento principal de la agenda, marginando los esfuerzos contra otras amenazas no menos inquietantes, desde el cambio climático a las pandemias o la pobreza y el hambre", añadió.

Explicó que se han marginado también los esfuerzos que venían desarrollándose en el campo de la acción humanitaria y ésta, además, se está viendo sometida a una aguda politización en un intento por subordinarla a otras agendas, en especial la de seguridad.

(SERVIMEDIA)
19 Dic 2011
JCV/jrv