Una vez logrado ese respaldo, la Comisión debe elevar la propuesta a los plenos del Congreso de los Diputados y del Senado para la aprobación definitiva, que requiere el voto favorable de tres quintos de cada una de las cámaras.

Después de la exposición de Becerril, las portavoces del PP, Ana María Torme; y del PSOE, Virtudes Monteserín, elogiaron su trayectoria y su idoneidad para encabezar esa institución, en la línea con el acuerdo cerrado por ambos partidos para proponer su candidatura.

Ambas destacaron el compromiso de Becerril de ser “independiente, resistente a presiones e indicaciones”. En ese sentido, Feliu Joan Guillaumes, de CiU, le concedió un voto de confianza pese a reconocer que, a la vista de algunos de sus antecesores, “gato escaldado del agua fría huye”.

Caridad García Álvarez, de Izquierda Plural, avanzó su abstención, no por dudar de la capacidad de la candidata, sino como muestra del deseo de que el consenso sobre su propuesta hubiera sido “más amplio”.

La emplazó además a luchar no sólo contra la violencia física ejercida sobre las mujeres sino contra los “pequeños actos de violencia” cotidiana que las obliga a “retroceder” en sus derechos y libertades.

La portavoz de UPyD, Irene Lozano, celebró la promesa de independencia de Becerril pero advirtió de que, a día de hoy, debido a la forma en que se cerró su candidatura, lo que pesa sobre ella es más bien “la presunción de dependencia del bipartidismo”.