Así lo indicó este martes en Madrid Teresa Cannet, delegada de la World Association of Sleep Medicine y representante de la Sociedad Española del Sueño, en una rueda de prensa ofrecida conjuntamente con la Sociedad Española de Neurología (SEN) y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), con motivo del Día Mundial del Sueño, que se celebra este viernes, 15 de marzo, bajo el lema 'Duerme bien, envejece sano'.

La doctora Cannet quiso dejar claro que los problemas de sueño no son una cuestión de edad y que no deben tampoco solucionarse con el abuso de fármacos, que han de tomarse durante periodos concretos de tiempo y no como medicamentos crónicos, ya que no son inocuos para la salud.

DORMIR BIEN ES POSIBLE A CUALQUIER EDAD

Con respecto a la primera cuestión, la de la asociación entre edad avanzada y mala calidad del sueño, la especialista reiteró que es un error, ya que "dormir bien es posible a cualquier edad y de vital importancia para la salud en general".

El envejecimiento, insistió, "no es responsable por sí mismo de trastornos de sueño", que suelen ser, al contrario, la manifestación de otro tipo de problemas como dolores artríticos, párkinson u otros más relacionados con el descanso como el síndrome de las piernas inquietas o las amneas.

En cuanto al párkinson, Hernando Pérez, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y el Sueño de la SEN, explicó que los estudios sostienen que los trastornos del sueño son "uno de los grandes marcadores" de la enfermedad de párkinson y que más de la mitad de los pacientes con esta afección se quejan de que no duermen bien.

En el caso del síndrome de las piernas inquietas es un problema que afecta al 5 por ciento de la población en general y a alrededor del 15% de la mayor de 65 años, que se ve también muy aquejada por las llamadas amneas del sueño, presentes hasta en el 20% de esta población.

CONSECUENCIAS DEL MAL DORMIR

Sean unas u otras las causas del mal dormir, las consecuencias que provocan son negativas para quienes lo sufren, que tienen tiempos de reacción más lentos, problemas de memoria y mayor riesgo de padecer hipertensión arterial, diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares.

Una vez conocida la causa del problema de sueño, lo que hay que hacer es afrontarla, pero en la medida de lo posible sin echar mano de los hipnosedantes (somníferos, tranquilizantes o sedantes), o al menos, sin abusar de ellos, ya que, señalaron los expertos, "no son inocuos" para la salud.

Sin embargo, calculan que el 20% de la población española mayor de 65 años consume himnosedantes y que se sitúa con ello a la altura de Canadá y por debajo de Francia, donde la cifra llega al 30% de los ancianos.

La ingesta prolongada de este tipo de fármacos, entre los que los expertos citaron como especialmente peligrosos las benzodiacepinas, provoca en el paciente deterioro congnitivo y problemas confusionales, además de facilitar las caídas por su efecto relajante muscular, empeorar las apneas o facilitar también el reflujo gastro-esofágico.

Por todo esto, los especialistas aconsejan valorar correctamente la indicación de los hipnosedantes en el anciano, sobre todo su uso crónico, y revaluar periódicamente al paciente. Son partidarios, igualmente, de inculcar a la persona mayor que lleve un ritmo de vida ordenado y que pasee al sol todo lo que pueda.