REPORTAJE

Libros versus 'E-books': El papel se resiste a desaparecer

MADRID
SERVIMEDIA

El ciudadano del siglo XXI lee a todas horas y, cada vez más, frente a una pantalla: los titulares del día, las recetas de cocina que buscamos en Google y los programas electorales de los partidos para los próximos comicios inundan nuestros 'smartphones' y 'tablets'. Pero el libro de papel, cual aldea de irreductibles galos, se resiste a desaparecer del mapa.

Los datos no dejan lugar a dudas: en 2014, año en que el 'e-reader' (el lector de 'e-books') cumplió una década en el mercado, el Barómetro del CIS informaba de que el 15,2 por ciento de los españoles ni siquiera había oído hablar de estos aparatos.

Del 84,7 por ciento restante, que sí los conocía, dos de cada tres nunca los había usado. Y, tras una década de existencia, solo el 23 por ciento de las personas a las que entrevistó el CIS dijo poseer un 'e-reader'.

Está claro que, para leer, siguen sin convencernos los 'bytes'. Y no somos los únicos: una encuesta realizada recientemente en el Reino Unido puso de manifiesto que dos de cada tres jóvenes británicos también prefieren lo impreso. Lo más llamativo, la edad de los encuestados, que no superaban los 24 años.

“El formato digital no ha sido en ningún momento el predominante en ningún país, y está lejos de serlo. La gente sigue leyendo, fundamentalmente, en papel”, dijo a Servimedia Antonio María Ávila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE).

PREDICCIONES FALLIDAS

La historia del 'e-reader', tal como hoy lo conocemos, se remonta a 2004. El 25 de marzo de ese año, las compañías Philips, Sony y E-ink anunciaron el lanzamiento del Sony LIBRIe, el primer dispositivo de la historia que permitía leer en tinta electrónica.

El LIBRIe salió a la venta en abril de ese año. En 2006, Sony presentó una versión mejorada (la actual gama PRS) y, poco después, ya en 2007, el gigante de Internet Amazon lanzó su revolucionario Kindle.

Los gurús de la tecnología no tardaron en vaticinar el apocalipsis para el libro de papel y se atrevieron incluso a asegurar que en 2017 las ventas de 'e-books' superarían a las del libro físico en Estados Unidos, el mayor mercado mundial. Se equivocaron: según un estudio de la consultora Deloitte, el formato impreso representará en 2015 el 80 por ciento del total de ventas de libros en todo el mundo, porcentaje que asciende al 83 por ciento en el caso de Canadá, al 85 por ciento en Japón, al 86 por ciento en Reino Unido y al 95 por ciento en Alemania.

En Estados Unidos, donde la venta de ‘kindles’ inició una caída en picado en 2011, el ‘e-book’ está también en declive: si en el primer semestre de 2014 representaban el 23 por ciento del total de libros vendidos, a finales de año no alcanzaban el 21 por ciento.

En nuestro país, la tendencia es similar. Según los datos de la Federación de Gremios de Editores de España y de la Agencia del ISBN, el conjunto de las editoriales españolas registró en 2014 un total de 72.416 títulos (en todos los formatos), un 2,5 por ciento menos respecto al ejercicio anterior. La caída fue especialmente brusca para el libro digital, ya que el año pasado se publicaron 19.077 títulos en este formato, un 6,22 por ciento menos que en 2013.

“Los fabricantes de ‘e-readers’ llevan diez años asegurando que el libro electrónico será el regalo de las navidades, y nunca lo es. El mercado no responde y eso, más que la piratería, es lo que frena al inversor cuando ve que no hay retorno. ¿Para qué va a digitalizar sus contenidos, si después no los vende?”, se pregunta el director de los editores españoles.

Según el Observatorio de la Lectura y el Libro del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 57 de los 244 nuevos títulos que se registran cada día en España son 'e-books'. De cada centenar de libros que se publica, 23 son digitales y 74 impresos y, de cada 100 euros facturados, solo 3,70 proceden de la venta de libros electrónicos. Por el momento, el grueso del negocio editorial español sigue estando en el papel.

(SERVIMEDIA)
03 Mayo 2015
LLM/gja