Lo dijo en el coloquio posterior a la presentación en Madrid del libro ‘Atraco a la memoria’, del que es autor junto a Juan Andrade. Expuso su convicción de que esa situación se ha ido generando a lo largo de mucho tiempo porque “nunca se ha sabido y no se ha querido abordar el problema de un Estado plurinacional”, algo que se hizo evidente cuando los redactores de la Constitución pusieron “nacionalidades” para evitar poner “naciones” porque “tenían miedo a los militares en aquella divinizada transición”.

Anguita subrayó que Adolfo Suárez, ante el miedo a que la izquierda ganara en Cataluña, hizo “dos disparates”: consagrar el “café para todos” y traer a Tarradellas, con el que se empezó a “dar de comer en la mano” a quienes eran herederos de una burguesía catalana que quería exenciones para sí misma pero también tener cuando fuera necesario al Estado centralista. “El monstruo lo han creado éstos”, dijo, en referencia a los gobernantes.

Aseguró que cualquier gobernante “con inteligencia política y con valor cívico” podría haber resuelto el problema sin saltarse la legalidad simplemente haciendo una consulta y explicando lo que supondría una victoria independentista. El Rey, aseguró, firmó en 1977 el reconocimiento del derecho de autodeterminación y se podía haber aplicado.

Anguita se refirió a los “intereses de clase” entre las derechas de Cataluña y de España, y se mostró convencido de que el objetivo de CiU, como decía Jordi Pujol y el propio Mas, era en realidad convertirse en Estado libre asociado, manteniendo políticas globales con España pero teniendo margen de maniobra para determinados ámbitos y evitando “que me metan mano los tribunales de Madrid por los robos y escarnios”.

De hecho, se declaró seguro de que Artur Mas es hoy “un hombre arrepentido” de haber puesto en marcha ese proceso, entre otras cosas porque está “agarrado por la CUP, que no le va a hacer presidente”, mientras las decisiones del Gobierno de Rajoy siguen “fabricando independentistas”.

En algún momento, sentenció, “alguien con dos dedos de frente” tendrá que poner sobre la mesa el diálogo necesario para “hablar del nuevo Estado español” y “construir de nuevo España”. “Esto se termina consultando a la gente”, concluyó, pero “con método”.