(ENTREVISTA)
El aire de las ciudades españolas es "tóxico" y puede provocar ictus e infartos, según un experto
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Jordi Sunyer, codirector del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (Creal) de Barcelona, asegura que "el aire de nuestras ciudades es tóxico", lo que puede provocar dolencias como ictus e infarto de miocardio.
En una entrevista con Servimedia, Sunyer, que se declara médico "de formación y vocación", explica que la contaminación particulada del aire “es el riesgo ambiental prevenible más importante a nivel mundial, y muy por encima del resto”.
“La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo sitúa en el número nueve, por delante incluso de la falta de ejercicio o el colesterol”, señala el investigador, que en 2014 fue galardonado con el Premio Goldsmith, considerado el 'Nobel' de las ciencias ambientales.
Según la OMS, la contaminación atmosférica es la responsable de 3,7 millones de muertes prematuras cada año en todo el mundo. “Hay miles de estudios que confirman que un aumento de 10 microgramos por metro cúbico de partículas en suspensión de menos de 2,5 micras incrementa en torno a un uno por ciento la mortalidad. Sin duda, el aire de nuestras ciudades es tóxico y sus efectos no son admisibles”, advierte Sunyer.
En la ciudad de Madrid, por ejemplo, las seis estaciones que miden estas partículas finas y ultrafinas igualaron o superaron en 2015 el valor límite anual que recomienda Naciones Unidas. Y las partículas en suspensión son, precisamente, las más perniciosas para nuestro organismo: “Son más tóxicas por su pequeño tamaño, ya que llegan al fondo del pulmón y pueden penetrar en el sistema general”, indica el investigador.
EFECTOS SOBRE LA SALUD
La contaminación atmosférica es causa de asma, síntomas bronquiales, alveolitis e insuficiencia respiratoria. Sin embargo, “el aparato respiratorio (incluyendo el cáncer de pulmón) solo representa un 30 por ciento de su impacto”, precisa.
“La mayor parte se debe al sistema cardiovascular”, aclara Sunyer. “De hecho, la primera enfermedad que produce es el ictus, seguida del infarto de miocardio, tanto a nivel agudo como crónico. Los días con mayor polución hay más ingresos y urgencias por ictus e infarto y, en las zonas más contaminadas, el riesgo de sufrir estas enfermedades, a la larga, es mayor”.
La correlación entre contaminación y alergias, sin embargo, “es un tema controvertido”. El codirector del Creal asegura que “en los estudios en animales de laboratorio, está claro que sí se da”, pero en los ensayos sobre la población general “cuesta demostrarlo”.
Aunque los “puntos negros” de contaminación (industrias químicas, cementeras, refinerías o fundiciones) han sido, “en general”, controlados en España, “los focos dispersos siguen sin vigilarse y su número ha aumentado”. El médico catalán se refiere al tráfico, un problema que afecta especialmente “a quienes viven en las cercanías de las vías de alta densidad”.
Pero a Sunyer le preocupa también la biomasa (la utilización de la materia orgánica como fuente energética), porque “conlleva una elevación en el aire de los niveles de benzopireno, un cancerígeno”, así como de la agricultura intensiva, que puede convertirse en “un generador importante de partículas respirables”.
“Nos encontramos ante un problema global, si bien, en general, se puede concluir que las grandes urbes son las que tienen un aire de peor calidad, y, dentro de las capitales, los que viven cerca de las calles más transitadas por coches son los más expuestos”, puntualiza el investigador.
MENOS COCHES Y MÁS ZONAS VERDES
La solución, en su opinión, pasa por “cambiar la cultura de la movilidad”: “Debemos destinar más tiempo a ella y utilizar el transporte activo -andar, ir en bicicleta-. Los coches, para la carretera; en las ciudades, el espacio que ocupan debería ser verde y para los ciudadanos”.
Además, y dado que “los motores diésel emiten hasta 20 veces más partículas que los de gasolina”, el codirector del Creal considera que estos vehículos “no deberían circular en las zonas congestionadas de las ciudades”.
España, en cualquier caso, “va muy tarde” en la lucha contra esta amenaza. “Empieza a despertar ahora, ¡cuando tenemos advertencias de la Unión Europea desde hace años! Hay mucho por hacer y se requiere valentía para aplicar medidas impopulares, acuerdos entre las distintas administraciones y un gran contenido técnico”, señala este experto.
Muchas ciudades y regiones de nuestro entorno sí han hecho los deberes a este respecto. “Unas 220 localidades y regiones de Europa han establecido planes y reducido la contaminación. Berlín, Estocolmo, Basilea, el Piamonte y Lombardía, por ejemplo, han hecho propuestas muy avanzadas”, asegura.
(SERVIMEDIA)
08 Mayo 2016
JCV/LLM/nbc/caa