El primer animal en producir veneno fue un mamífero, no una serpiente

MADRID
SERVIMEDIA

El veneno en los animales no se produjo por primera vez a través de una serpiente, sino de un pequeño reptil pre-mamífero del tamaño de un perro que vivió hace unos 260 millones de años y que tuvo que sobrevivir a las duras condiciones ambientales de la actual Sudáfrica, con lo que su saliva era un cóctel mortal para protegerse de los grandes depredadores mamíferos con ‘dientes de sable’.

Se trata del terápsido ‘Euchambersia’, que medía entre 40 y 50 centímetros de largo, vivió en el Karoo (cerca de Colesberg, en el centro de Sudáfrica) y desarrolló una fosa profunda y circular justo detrás de sus dientes caninos en la mandíbula superior, en la que producía un venenoso cóctel mortal que llegaba directamente a la boca a través de una fina red de surcos óseos y canales, con lo que lanzaban su ‘beso de la muerte’ para anular a sus atacantes.

Así lo afirman varios investigadores de la Universidad del Witwatersrand (Sudáfrica) en un estudio publicado en la revista ‘PLOS ONE’. “Ésta es la primera evidencia del vertebrado venenoso más antiguo jamás encontrado y lo más sorprendente es que no es una especie que esperábamos que fuera”, apunta Julien Benoit, coautor del artículo.

Benoit subraya que, “hoy en día, las serpientes son notorias por su mordedura venenosa, pero su registro fósil se desvalence en la profundidad de los tiempos geológicos hace unos 167 millones de años, por lo que hace 260 millones de años, el ‘Euchambersia’ desarrolló veneno más de 100 millones antes de cuando nació la primera serpiente”.

TÉCNICAS DE VANGUARDIA

Como las glándulas de veneno no se fosilizan, Benoit y sus colegas de la Universidad del Witwatersrand, en asociación con el Museo de Historia Natural de Londres (Reiono Unido), utilizaron técnicas de tomografía computarizada de vanguardia e imágenes 3D para analizar dos cráneos fosilizados de ‘Euchambersia’ y realizaron adaptaciones anatómicas compatibles con la producción de veneno.

“Una fosa ancha, profunda y circular (un espacio en el cráneo) para acomodar una glándula venenosa estaba presente en la mandíbula superior y conectada al canino y a la boca por una fina red de marcas óseas y canales”, subraya Benoit, quien añade: “Por otra parte, descubrimos dientes previamente no descritos escondidos entre los huesos: dos incisivos con coronas conservadas y un par de grandes caninos, que tenían una cresta afilada. Tal dentición estriada habría ayudado a la inyección de veneno dentro de una presa”.

A diferencia de serpientes como las víboras o las cobras, que inyectan veneno a su presa a través de ranuras de aguja en los dientes, el veneno del ‘Euchambersia’ fluyó directamente de su boca y llegó a su víctima a través de crestas en el exterior de sus dientes caninos.

“’Euchambersia’ podría haber utilizado su veneno para la protección o para la caza. La mayoría de las especies venenosas de hoy en día utilizan su veneno para la caza, así que prefiero ir a esa opción. Además, los animales en ese momento no eran todos insectívoros, en particular entre los terápsidos, que eran muy diversos”, subraya Benoit.

(SERVIMEDIA)
19 Feb 2017
MGR/gja