Los humanos cantábricos del Paleolítico ahorraban madera echando huesos al fuego

MADRID
SERVIMEDIA

La escasez de vegetación en el Paleolítico obligaba a restringir el uso de la madera, por lo que los seres humanos de hace 25.000 años, además de para fabricar herramientas u obras de arte, aprovechaban al máximo la grasa de huesos de animales para prolongar la duración de las hogueras y combatir el frío.

Así lo aseguran 10 investigadores españoles en un estudio publicado en la revista ‘Archaeological and Anthropological Science’ a partir de huesos prehistóricos hallados en el yacimiento de Coímbre (Asturias), cercano a los Picos de Europa, y que datan del Gravetiense, una fase del Paleolítico Superior de hace cerca de 25.000 años.

Los investigadores pertenecen a los departamentos de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid y la UNED; de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la Universidad del País Vasco; de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.

Los seres humanos del Paleolítico paliaban las duras condiciones de esta etapa aprovechando los recursos disponibles al máximo, como la grasa del hueso de un animal para aumentar la durabilidad de los fuegos y así economizar el desgaste de madera.

José Yravedra, de la Universidad Complutense de Madrid, apunta que, aunque no se trata de los restos óseos más antiguos utilizados como combustible, son “la primera evidencia de su uso de para este fin en el Gravetiense Cantábrico”.

MÁS GRASA

Durante el Paleolítico, los huesos animales se utilizaron para fabricar herramientas, realizar representaciones artísticas y como combustible, aprovechando la ventaja de su durabilidad y convirtiéndolo en sustitutivo de la madera, que por entonces escaseaba en el entorno.

Yravedra, autor principal del trabajo, explica que la peculiaridad de este descubrimiento es que, mientras en otros emplazamientos como la cueva de El Esquilleu (Cantabria), donde el mismo equipo descubrió que los neandertales echaban al fuego el esqueleto completo del animal sin preferencias específicas, en el caso de Coímbre los restos hallados contienen más grasa y parecen haber sido elegidos a conciencia, con lo que se aprovechaba los que aumentarían más la durabilidad del fuego.

Entre los restos óseos identificados en la cueva de Coímbre se encuentran elementos axiales (costillas o vértebras) y las epífisis (extremos) de los huesos largos de animales grandes tipo uro o bisonte. “Estos huesos, al tener tejido esponjoso, son ricos almacenes de grasas y, por tanto, son mejores combustibles que los que no lo tienen”, explica Yravedra.

Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores estudiaron primero el material faunístico del yacimiento y después el estado de carbonización y calcinación de los huesos hallados.

“Mediante diferentes experimentos vimos la viabilidad del hueso como posible combustible complementario de la madera, de modo que fuegos sin hueso asociado duraban una cantidad de tiempo determinado y si incorporábamos hueso se duplicaba su durabilidad, aunque no su temperatura”, añade.

(SERVIMEDIA)
17 Nov 2017
MGR/caa