Con esta afirmación, Zapatero despejaba las dudas sobre la actitud del Gobierno central respecto al futuro de desarrollo del Estatuto de Cataluña tras la sentencia del TC.

Según dijo en los primeros minutos de su discurso en el Debate sobre el Estado de la Nación, el Ejecutivo socialista "no recela del autogobierno, sino que lo reconoce, y no teme la fuerte identidad política de Cataluña, sino que la respeta".

Partiendo de ese principio, evaluará "la posibilidad de que algunos aspectos que han sido declarados inconstitucionales no por razones de fondo, sino del tipo de norma apto para regularlos, pueden ser abordados, como indica el propio tribunal, por el cauce constitucionalmente procedente". Además, el presidente del Gobierno garantizó ante la Cámara Baja que lo hará "en diálogo con la Generalitat de Cataluña".

Zapatero reconoció que hubiera preferido que todos los grupos políticos hubieran participado en el "gran acuerdo" que se fraguó en 2006 para sacar adelante el nuevo Estatuto de Cataluña. Sólo así el Estatut habría sido un "instrumento de convivencia y no de confrontación".

Para ello, "habría que haber sido tan respestuoso con al necesidad de adecuación a los procedimientos y reglas constitucionales como con la voluntad de reforma expresada por los ciudadanos de Cataluña".

Recordó que fue con el voto socialista como salió adelante el texto estatutario en las Cortes Generales y con ese aval explicó que, a su juicio, esta sentencia "ha servido para comprobar que con el Estatuto no se reformaba la Constitución por la puerta de atrás" y que "no se rompía España".

Como presidente, dijo, "acato, cumplo y haré cumplir" una sentencia que "supone un respaldo al proceso general de renovación estaturia", y por ello "me dispongo a seguir contribuyendo al desarrollo y aplicación del Estatut. Como es mi obligación".