“Nuestro colectivo de pequeños guerreros se encuentra entre el alumnado que más necesita la figura de una enfermera escolar en los centros", explicó la Fundación, que agrupa a familias y pacientes de síndrome de Dravet. La razón es que, en caso de crisis epilépticas, la presencia de personal de enfermería "garantiza la adecuada administración de la medicación de rescate y facilita los primeros auxilios al niño cuando a causa de las crisis se produce una caída o un atragantamiento".

El síndrome de Dravet, que afecta a uno de cada 16.000 nacimientos, es una enfermedad rara de origen genético conocida también como epilepsia catastrófica de la infancia. Sus síntomas son crisis epilépticas que comienzan en el primer año de vida y una serie de patologías que habitualmente aparecen más adelante como retraso cognitivo, problemas conductuales, del sueño, en las funciones motoras y del habla, y espectro autista.

Para Natividad López Langa, presidenta de la Asociación Nacional e Internacional de Enfermería Escolar (Amece), la enfermera escolar “es un valor añadido a la comunidad educativa” y que su presencia en cada colegio permitiría, “atender a todas las necesidades de salud que tengan los alumnos, además de patologías raras, crónicas y discapacitantes”. Además, promueve en el alumnado “hábitos saludables”, previenen enfermedades y forman en primeros auxilios tanto a padres como a profesores.

Por otra parte, la Fundación recordó la recomendación del Consejo General de Colegios de Enfermería de España, que se sitúa en una enfermera por cada 750 alumnos para colegios e institutos del circuito educativo regular. En el caso de colegios de Educación Especial, la ratio es de uno por cada 350 alumnos. En España, la ratio general se sitúa en una enfermera por cada 6.685 alumnos, "cifra muy alejada de los estándares internacionales", según datos del CGCE.