Visiblemente emocionado y con un "terrible" dolor de oídos, relató a Servimedia cómo, tras barrer la parte de la calle en la que estaba situado el paquete bomba, cruzó con su carrillo al lado contrario. "Al llegar a la acera oí una explosión terrible y me caí de rodillas", dijo.

Después de la explosión, tremendamente confuso y algo conmocionado, se quedó parado y al poco tiempo, vió como llegaba la policía y el Samur y empezaban a apartarles del lugar del suceso.

Por otra parte, un joven de unos 20 años, que vivía en el mismo portal del general Oreja, relató que, al oir la explosión, salió de su casa y se encontró con su vecino herido y tirado en el suelo de la calle, a la derecha del portal.

Según explicó, "tenía la cara ensangrentada y parte de la ropa y el cuerpo quemados, pero estaba consciente". A los pocos minutos llegó la primera dotación policial y minutos después el Samur, que procedió a retirar las ropas del cuerpo del herido y atenderle de urgencia, antes de evacuarle al madrileño Hospital la Paz.

El vecino explicó que el general y su familia eran conocidos y respetados en el barrio, donde todo el mundo les tenía como unos vecinos más, sin temer en ningún momento que pudiera producirse un atentado contra su vida.

A la zona del atentado se acercaron el director general de la Policía, Juan Cotino; el alcalde de Madrid, José María Alvare del Manzano y la teniente de alcalde, Mercedes de la Merced; el diputado Juan Morano, que vive cerca del lugar del atentado; y el delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Javier Ansuátegui. En su presencia, algunos vecinos ofendidos lanzaron gritos contra ETA y en favor del cumplimiento íntegro de las condenas para los terroristas.