Ayala, que participa durante estos días en Granada en diferentes actos de homenaje y estudio sobre su obra, declaró a Servimedia que "no hay más que despreciar estas manifestaciones, algunas de las cuales nacen de la envidia que el galardón suscita".

El escritor granadino no quiso comentar nada relativo a la concesión del Cervantes a Loynaz, por tratase de una votación secreta y presidir él mismo el jurado.

Según Ayala, galardonado con este premio en su edición de 1991, el premiado, si se trata de un poeta, "no tiene que ser conocido, porque hoy día los poetas no gozan de la fama de Julio Iglesias, un futbolista o un torero".

"Un poeta no es una figura de una enorme publicidad", agregó. "Ahora bien, el premio, como siempre ocurre, suscita envidias, recelos y demás".

La concesión del premio Cervantes a Dulce María Loynaz ha suscitado opinones contrarias en algunos círculos literarios, al considerar que la galardonada no es suficientemente conocida.

El escrito Gonzalo Torrente Ballester, por ejemplo, dijo esta misma semana que "si yo hubiera sido miembro del jurado del Cervantes hubiera puesto otro nombre".

HOMENAJE

Francisco Ayala y su extensa obra están siendo objeto esta semana de un homenaje y estudio a través de publicaciones, exposiciones y conferencias organizadas por la Universidad de Granada, el Ayuntamiento, la Diputacón y el Ministerio de Cultura.

El último acto del ciclo sirvió para presentar el libro que recoge las ponencias del congreso celebrado en Granada ahora hace un año sobre la faceta teórica y crítica del escritor, quien manifestó sentirse orgulloso por que se reconozca esta tarea que se une a "mi vertiente de creación literaria propiamente dicha o mi vena de sociólogo".

"Mi actividad ha seguido diferentes cauces", manifestó. "He hecho sociología, ciencia política, crítica y creación. Cada uno de ess caminos es diferente pero se conectan al referirse a la personalidad única que soy yo".

Francisco Ayala afirmó sentirse "lleno de vitalidad" y totalmente recuperado de la enfermedad que le mantuvo al borde de la muerte hace ahora un año en Nueva York, precisamente en la época en que recibió el premio Cervantes de las letras españolas.