El Ejecutivo de Londres ha adoptado esta iniciativa después de que Tony Blair haya admitido en privado el fracaso de los esfuerzos de su gobierno por aumentar el número de bitánicos que practican deporte, algo que espera corregir usando como señuelo las aspiraciones británicas de organizar los Juegos Olímpicos de 2012, los mismos para los que compite Madrid.

El Gobierno británico teme que la creciente obesidad entre niños y jóvenes dejará como herencia, en el plazo de quince años, una enorme factura sanitaria en forma de enfermedades de corazón y diabetes.

La preocupación de Blair es tan grande que ha dirigido una carta personal a la secretaria de Cultura, Tessa Jowll. En la misiva, Blair reconoce que "la política del Gobierno no ha dado los resultados que queremos en esta área. Hemos empezado a hacer progresos en el deporte escolar, pero necesitamos también impulsar más eficazmente niveles de actividad en la población adulta".

De hecho, en los últimos nueve años, y a pesar del incremento en la inversión pública en deporte, la práctica deportiva sólo ha crecido un 0,3%. Por esa razón, Blair afirma en la carta que "necesitamos una estrategia ambiciosa, utilizandola candidatura olímpica como catalizador".