La salud cerebral se refiere al estado óptimo de salud y funcionamiento del cerebro. Ceafa destacó que tener una buena salud cerebral implica la capacidad del cerebro para realizar sus funciones adecuadamente, incluyendo la facultad de procesar información, regular las emociones, coordinar los movimientos, mantener la memoria y el aprendizaje, y controlar las funciones vitales del cuerpo, entre otros aspectos.

“En cambio, cuando no hay buena salud cerebral pueden surgir diferentes problemas y trastornos que afectan su funcionamiento como pueden ser: problemas cognitivos con dificultad para concentrarse, olvidos frecuentes, falta de claridad mental, lentitud para procesar información y problemas de lenguaje; problemas emocionales como ansiedad, depresión, cambios de humor, irritabilidad, y dificultad para regular las emociones; aumento del riesgo de desarrollar enfermedades cerebrales como la demencia, esclerosis múltiple y otros trastornos cerebrales; incremento del riesgo de tener un accidente cerebrovascular, que puede causar daño cerebral permanente y afectar gravemente las habilidades cognitivas y emocionales; complicaciones en el sueño que puede tener un efecto negativo en la salud general y el bienestar”, explicó.

Tal y como recuerdaron desde la entidad, es importante destacar que la mala salud cerebral no solo afecta al individuo, “sino que también impacta en las relaciones interpersonales, y en la calidad de vida en general”.

La entidad indicó que la salud cerebral no es un estado estático, sino que es un proceso dinámico que puede mejorar o empeorar con el tiempo, “por lo que requiere cuidarla a lo largo de toda la vida”, subrayaron desde Ceafa. Para ello, ofrece algunos consejos a tener en cuenta: llevar una alimentación saludable y equilibrada para proporcionar los nutrientes al cerebro; realizar ejercicio físico para mejorar la circulación sanguínea y el flujo de oxígeno al cerebro; realizar actividad mental para mantener en forma el cerebro y prevenir el deterioro cognitivo; dormir lo suficiente, ya que es esencial y su falta puede afectar a la memoria, la concentración y el estado de ánimo; manejar el estrés crónico y practicar la meditación y la relajación; mantener las relaciones sociales y evitar el aislamiento y la posibilidad de padecer depresión y ansiedad; y evitar hábitos poco saludables como el consumo de alcohol y el tabaco.