Los expertos han explicado que el sistema nervioso central puede modificar las señales de dolor, hecho que podría explicar por qué algunas personas con dolor crónico pueden responder también a los tratamientos psicológicos o por qué otras con algún miembro amputado continúan sintiendo dolor aunque no tengan ya ningún tejido dañado, mientras pacientes con razones suficientes no lo hacen.

Según l doctor John Loeser y el profesor Ronald Melzack, directores del estudio, es posible que el cerebro pueda estar influido por la experiencia, sobre todo en la edad temprana, y puede alterar la manera en que la información del dolor se procesa para que el impacto sea mínimo. Además, en este hecho también pueden jugar un papel importante las hormonas que produce el estrés para combatir el tejido dañado.