Adicciones

El CNPT ve “una vía muy importante a explorar” el “papel” de la genética y la epigenética en el desarrollo de una adicción

MADRID
SERVIMEDIA

El Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT) considera “una vía muy importante a explorar” el “papel” de la genética y la epigenética en el desarrollo de la adicción a la nicotina o a otras sustancias como el cannabis, como base para determinar la administración de tratamientos más efectivos y personalizados.

Así lo precisó, en declaraciones a Servimedia, Francisco Pascual, miembro de su junta directiva que será el encargado de presentar la conferencia sobre el ‘Papel de la Genética y Epigenética en la adicción a la nicotina’ que dictará la doctora en Farmacología e investigadora de la Fundación para la Investigación Fidmag y del Grupo de Neuropsicofarmacología de la Universidad del País Vasco, Carolina Muguruza, en el marco del XII Congreso de Prevención y Control del Tabaquismo del CNPT, que tendrá lugar del 25 de abril al 5 de mayo.

“Debemos avanzar en la investigación de cara a intentar que, en un futuro, haya menos consumo de tabaco, menos personas adictas a la nicotina y a la nicotina y al cannabis y, además, hay que aprovechar la investigación para sacar tratamientos novedosos que sean más efectivos”, sentenció, convencido de que la genética y la epigenética “es una vía muy importante a explorar y hay investigaciones en marcha que resultan esperanzadoras”.

En este punto, subrayó que el evento tratará de “poner el énfasis” en entender “por qué dos personas, a veces consumiendo lo mismo, una, al final, tiene una adicción y otra no”. “Cuando vemos las causas de un trastorno adictivo, y podemos poner como ejemplo el tabaco y el cannabis, un 50% del riesgo que tiene la persona, precisamente, es su carga genética”, matizó, para explicar que, entre una persona y otra, "la estructura del ADN tampoco es tan diferente, porque coincidimos en un 99,9%, pero esa variación del 0,1 representa hasta tres millones de diferencias en la base de la secuencia del ADN” y que dicha diferencia es la que, “al final, determina que una persona pueda tener los ojos azules o verdes y una determinada altura, pero también que sea más propensa a tener una adicción”.

Pascual añadió que, al intentar “buscar la posibilidad” de que una persona “termine teniendo una adicción”, es necesario que haya un inicio en el consumo, que atribuyó a esa carga genética que, a su entender, “se puede incluso pasar de padres a hijos”. “Por eso hay familias que tienen una persona con problemas de adicción y cuyo padre o abuelo también los tenían, porque esto se va heredando y hay una carga genética evidente”, abundó, convencido de que conocer esto “nos serviría de poco si no se pudiese cambiar de alguna forma”.

POR ENCIMA DE LA GENÉTICA

“Se puede cambiar, por ejemplo, procurando un ambiente distinto, y eso es lo que se denomina epigenética, lo que está por encima de la genética”. “Es decir, una cosa es lo que tú heredes y la otra es la expresión que tenga en los cambios que se den”, aseveró, convencido de que el ambiente natural o social en el que una persona vive condiciona en parte la probabilidad de que desarrolle una adicción y de que “es lo que puede hacer que dos personas con una misma carga genética de inicio puedan terminar teniendo problemas o no”.

“Esto, por ejemplo, se ha visto en gemelos que se han separado al nacer y el ambiente en el que se han desenvuelto y en el que se han criado, el hecho de que uno haya vivido en una ciudad y otro en el campo o hayan tenido un tipo u otro de educación, ha determinado que uno haya tenido un problema de adicción y el otro no, aunque a priori la carga genética sea la misma", apostilló, para subrayar que esto es la epigenética, "los condicionamientos externos que hacen que la expresión de los genes sea distinta en una persona u otra”.

Con respecto a dicho ambiente que puede predisponer a desarrollar una adicción, afirmó que está “más o menos estudiado”, dado que, a su juicio, “lógicamente, cuando una persona está, por ejemplo, en una familia más normalizada, que no sea tan disruptiva o tóxica, en la que haya una serie de patrones de comportamiento y algo que implique la confianza o el diálogo, eso siempre es facilitador para que, aun teniendo esa carga previa, no desarrolle adicción".

En este sentido, defendió que esta circunstancia “podría ser una base esencial para poder determinar futuros tratamientos”. “No es que cambiemos la estructura de los genes, porque el ADN de la persona no lo cambias, pero sí que podemos poner unas cortapisas para que, al final, la influencia del ambiente no se traduzca en una adicción”, agregó, consciente de que una persona adicta “nace y se hace”.

“Sería muy importante poder utilizar, por ejemplo, una molécula o un fármaco que, sin cambiar la estructura del ADN, bloquee la expresión e interrumpa ese paso para que la persona sea adicta, y por ahí van los estudios”, insistió, para mostrar su interés en conocer “qué barreras, a lo mejor desde el punto de vista químico, se pueden introducir sin tocar la estructura genética para que, al final, la persona no sea adicta". “Suena un poco a ciencia ficción, pero son los estudios que se están haciendo”, sentenció.

(SERVIMEDIA)
24 Abr 2022
MJR/gja