De acuerdo con el relato oficial de los hechos, dos monitores-educadores de un campamento juvenil de Castilla-La Mancha acudieron en la tarde de este pasado domingo a la oficina del Grupo de Menores de la Brigada de Policía Judicial (Grume) acompañados de un menor, que estaba con ellos de acampada y que les había relatado, de forma espontánea, que en agosto del año pasado había matado a un chico.

En presencia de los agentes que les recibieron, el adolescente onfirmó el relato y se ofreció voluntariamente a llevarles hasta el lugar donde habia enterrado el cadáver.

Una vez informado el juez de guardia, el muchacho condujo a la comisión judicial y a los funcionarios del Grume a un descampado situado entre la M-40 y el barrio de San Fermín, a la altura del kilómetro 6,200 de la carretera de Andalucía.

Allí, bajo el montículo de piedras que señaló, los agentes encontraron un cráneo y distintos huesos que completaban un cuerpo que, en principio, parecen crresponder al niño desaparecido en agosto de 1992.

El juez de guardia ordenó el levantamiento del cadáver y su traslado al Instituto Anatómico Forense.