Así, el Congreso le dedica su blog y recuerda “la vida de un hombre que lo fue todo en la ciencia, en la literatura y en la política”. Como diputado, Echegaray participó “en la elaboración y aprobación de la Constitución de 1869” y en los grandes cambios del último tercio del siglo XIX y los primeros años del XX.

El premio nobel español de medicina Santiago Ramón y Cajal dijo que “era incuestionablemente el cerebro más fino y exquisitamente organizado de la España del siglo XIX. Él lo fue todo, porque podía serlo todo”.

Y, efectivamente, así fue. José de Echegaray y Eizaguirre fue ingeniero de Caminos, catedrático de Cálculo y de Física matemática, presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; diputado y ministro de Hacienda y de Fomento. Y, sobre todo, fue dramaturgo y premio nobel de Literatura, el primer español en obtener el galardón de la academia sueca.

Tras estudiar ingeniería en la Escuela de Caminos, comenzó a ejercer como profesor y realizó trabajos como ingeniero por toda España y el extranjero. En sus viajes entró en contacto con las ideas liberales del momento y se acercó a nuevas disciplinas como la economía política. Adquirió poco a poco relevancia en los ambientes culturales madrileños.

En su biografía, Echegaray reconoció que “la política era necesaria en las sociedades modernas porque, con todas sus impurezas, es elemento de progreso”.

MÉRITO Y CAPACIDAD

Fue director general de Obras Públicas y poco después ministro de Fomento tras la Revolución de 1868, al tiempo que desarrolló una brillante trayectoria científica. En lo social y político impulsó un discurso en defensa de una nueva jerarquía fundamentada en la capacidad y no en la clase social.

Se convirtió en un político de gran relevancia en los albores del Sexenio democrático y un buen ejemplo de ello es su participación junto con el almirante Topete en la recepción que se ofreció en Cartagena a Amadeo de Saboya cuando, ya elegido Rey por las Cortes Constituyentes en 1870, llegó a España.

Como militante primero del Partido Radical y más tarde del Partido Liberal, obtuvo escaño durante el Sexenio democrático, en las elecciones de 1869, 1871 y 1872; y ya en la Restauración, en los comicios de 1876 y 1879. Desde su escaño en la Carrera de San Jerónimo destacó, también, como orador parlamentario, participando en decenas de debates sobre la educación, el desarrollo de la red de carreteras, ferrocarriles y puertos, y sobre el gasto presupuestario, entre otros muchos.