Paleontología

Descubren que humanos y lobos compartieron la carne de sus presas hace millón y medio de años

- Identifican qué especies mordieron los huesos gracias la inteligencia artificial

Madrid
SERVIMEDIA

Un estudio en el que participan las universidades de Granada, Complutense de Madrid y Salamanca descubre que hace millón y medio de años los humanos y los lobos compartían la carne de sus presas. El hallazgo ha tenido lugar en el yacimiento granadino de Orce.

Los humanos accedían primero a la carne, mientras que los lobos consumían los restos que quedaban después, según las conclusiones de la investigación. Una de las grandes incógnitas de la evolución humana es qué papel desempeñaron los antepasados con el resto de especies animales con las que convivían, particularmente con los carnívoros.

Por ello, los científicos han investigado si competían directamente por el acceso a los cadáveres de los herbívoros o si existía exclusión entre especies. Según los expertos, Barranco León (Orce) es un yacimiento con incuestionable presencia humana.

"Concretamente, el nivel D1 de este entorno ha proporcionado una rica y variada cantidad de útiles en piedra tallada, marcas de corte y percusión de origen antrópico. Además, allí se descubrió el diente de leche reconocido como el fósil humano más antiguo de la parte occidental de Europa", explicó la Universidad de Granada.

En la dieta de los antepasados más lejanos había carne, mucha de la cual provenía de las mismas especies animales consumidas por el 'Canis mosbachensis', un ancestro del lobo. Una pregunta que se hicieron los científicos es si ambas especies compitieron entre sí por el acceso a los cadáveres de los herbívoros.

“El escenario más plausible es que estos cánidos de pequeño tamaño aprovecharan los despojos dejados por los humanos y por otros carnívoros, algo parecido a lo observado en los chacales actuales”.

Otra de las preguntas es si esto significa que los humanos cazaron las presas de las que se alimentaban. “No necesariamente, aunque sí accedieron de forma temprana a los cadáveres de aquellas”.

A partir de los resultados obtenidos se puede plantear otra cuestión: los humanos y las hienas no compitieron por el acceso a los cadáveres. Al menos en Barranco León la presencia humana parece que redujo de forma drástica la actividad de estos grandes carnívoros.

Según los expertos, gracias a la combinación de tafonomía tradicional, morfometría geométrica tridimensional e inteligencia artificial "se han podido descifrar las complejas interacciones entre carnívoros y humanos en los albores de la humanidad europea".

En Barranco León se encuentran diversas especies de carnívoros: una gran hiena llamada 'Pachycrocuta brevirostris', dos tigres dientes de sable denominados 'Megantereon cultridens' y 'Homotherium latidens', tres especies de cánidos conocidos como' Xenocyon licaonoides', 'Canis mosbachensis' y 'Vulpes alopecoides', que son ancestros de los licaones, lobos y zorros actuales, respectivamente; y una especie de úrsido: el 'Ursus etruscus', del que los osos pardos actuales son herederos.

MARCAS EN EL HUESO

Las marcas de mordedura son como las huellas dactilares de las especies de carnívoros extintas y cada una de éstas deja una impronta diferente que se puede reconocer.

"En todos los casos, el primer paso consiste en identificar las marcas de mordedura, tarea que llevan a cabo los especialistas en tafonomía, lupa en ristre. Posteriormente, se escanean con un alto grado de resolución, puesto que son modificaciones de pequeño tamaño", destacó la Universidad de Granada.

A continuación, se analiza el patrón morfológico de cada una de ellas mediante una técnica muy precisa denominada morfometría geométrica tridimensional. Una vez establecido el patrón morfológico de las marcas de especies actuales, estas se emplean como datos de entrenamiento mediante algoritmos de aprendizaje computacional (inteligencia artificial), para que los ordenadores se instruyan en el reconocimiento de las marcas de mordedura de las especies del pasado.

Los resultados obtenidos en Barranco León han sido sorprendentes por varios motivos. En primer lugar, porque tradicionalmente se había propuesto que el principal agente modificador en los huesos fósiles había sido la gran hiena de cara corta.

En Barranco León no es así porque más de la mitad de las marcas corresponden al 'Canis mosbachensis', el ancestro del lobo. Además, las marcas de mordedura de los lobos aparecen sobre huesos de animales de un tamaño que no podrían cazar, por tanto, debieron ser carroñeados.

(SERVIMEDIA)
01 Feb 2023
CAG/gja