Según datos de la SEN, más del 30% de la población española “sufre algún tipo de dolor”, y más del 5% “lo padece a diario”, mientras que el 20% “convive con él desde hace más de tres meses”, por lo que se considera dolor crónico. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce desde hace años el dolor crónico como “una enfermedad en sí misma”, y no solo como “un síntoma”.

El dolor neuropático es uno de los “más complejos de tratar”, ya que “no responde a los analgésicos convencionales” y se origina por un mal funcionamiento del sistema nervioso, que interpreta estímulos normales como dolorosos. Los pacientes describen sensaciones de “ardor, punzadas o descargas eléctricas”, que pueden prolongarse durante meses o años.

“Un diagnóstico precoz puede marcar la diferencia en el manejo del dolor neuropático”, advirtió la coordinadora del Grupo de Estudio de Dolor Neuropático de la SEN, la doctora Montserrat González Platas. Según explicó, solo un 60% de los pacientes logra alivio parcial con los tratamientos actuales, y menos del 40% consigue un control adecuado del dolor.

El impacto de esta enfermedad en la calidad de vida es considerable: el 85% de los afectados afirma que el dolor interfiere significativamente en su día a día, el 60% sufre trastornos del sueño, el 34% padece depresión y el 25% ansiedad, mientras que el 65% ha tenido que limitar sus actividades cotidianas.

En España, el dolor neuropático está frecuentemente asociado a “diabetes, lesiones postquirúrgicas o postraumáticas y dolor lumbar crónico”, aunque en algunos casos aparece “sin causa aparente”. Además, representa “uno de cada cuatro casos de dolor que se atienden en Atención Primaria”.

La SEN subrayó que, ante la falta de respuesta a los analgésicos tradicionales, el abordaje debe ser “multidisciplinar y personalizado”, combinando tratamientos farmacológicos, rehabilitación y apoyo psicológico, e incluso, en algunos casos, cirugía cuando el dolor tiene un origen estructural.

“Conocer la causa, abordarla de manera individualizada y no rendirse si los primeros tratamientos no funcionan es clave”, señaló González Platas. “El dolor neuropático no siempre desaparece por completo, pero sí puede controlarse y dejar de condicionar la vida de quienes lo sufren”, concluyó.