Los conservacionistas han acusado al consejero de Política Territorial, Gregorio Sanz Aguado, y a los técnicos de la Administración regional de "carecer de sensibilidad paisajística". "Las máquinas", agregaron, "cortan los árboles y eliminan curvas escarvando las laderas, con cuyos materiales luego rellenan los desniveles de los valles; todo ello bajo la dictadura de la línea recta y de la velocidad".

Asimismo, aseguraron que las obras ya han comenzado a destrozar el valle, "a base de arrancar laderas y de hacer cortes de hasta 40 metros de altura y terraplenes aún mayores".

A juicio de la organización Hoces, los responsables del proyecto están utilizando métodos "chapuceos y baratos" para el constructor, "pero caro para el contribuyente y el medio ambiente".

Los ecologistas recordaron que puede ocurrir lo mismo que sucedió con la carretera C-202, en sus tramos Cañaveras-Villaconejos y Cañizares-Puente de Vadillos, también en Cuenca, "que un mes después de su inauguración presenta grietas en sus viales y profundos socavones".

La Administración mantiene que el objetivo de la nueva construcción es favorecer a los habitantes de la zona. Sin embargo, los conservacionstas creen que las autoridades regionales sólo pretenden facilitar el acceso a la zona de un turismo masivo, "ignorando que obras como esta deterioran los valores naturales utilizados como reclamo".

"Están intentando engañarnos", explicaron, "con argumentos tan pueriles como que el fin de la obra es que los enfermos graves de la zona puedan ser conducidos con mayor celeridad a los centros hospitalarios por la nueva carretera, pero con la mitad de los 1.200 millones que va a costar se podrían hacer en ragacete tres centros de salud".