Así se expone en un informe elaborado por el Observatorio de Sostenibilidad (OS) y elaborado por el economista José Santamarta, como autor principal, y Fernando Prieto, Raúl Estévez, Carlos Alfonso y Juan A. Avellaner. El trabajo, dado a conocer este martes coincidiendo con la recta final de la Cumbre del Clima de Dubái (Emiratos Árabes Unidos), conocida como COP28, incluye datos preliminares de 2023.

Tras una disminución continua entre 2018 y 2020, apuntalada por la pandemia del coronavirus, las emisiones de gases que calientan la atmósfera crecieron en 2021 (288,8 millones de toneladas de CO2 equivalente, un 6,1% más que el año anterior) y en 2022 (293,8 millones, un 1,7% más).

Sin embargo, este año bajaron a 278,1 millones de toneladas de CO2 equivalente, lo que supone la segunda cifra más baja desde 1990, año en que comienza el registro histórico y en el que se contabilizaron 287,7 millones. El máximo se produjo en 2007, con 442,8 millones.

Además, el descenso de 2023 supone que las emisiones se sitúan un 3,3% por debajo de 1990, considerado como año base, y son un 36,6% inferiores a las de 2005. La crisis del coronavirus supuso la mayor disminución de las emisiones en 2020, lo mismo que sucedió con el PIB, el empleo o el aumento de la deuda pública. La vuelta a la normalidad supuso un nuevo crecimiento pese a la guerra en Ucrania y los altos precios del gas natural, el petróleo y la electricidad, tendencia frenada este año.

FOTOVOLTAICA Y EÓLICA

En 2023, la disminución de las emisiones se debió al incremento de la producción hidroeléctrica y de otras fuentes renovables, como la fotovoltaica y la eólica. Un 33% de las emisiones totales están sujetas al Comercio Europeo de Emisiones (ETS, en sus siglas en inglés), en tanto que los sectores difusos -residencial, comercial e institucional; transporte; agrícola y ganadero; gestión de residuos; gases fluorados, e industria no sujeta al comercio de emisiones- representaron un 66% y la aviación, un 1%.

Este año se consolidó la disminución de la quema de carbón para la generación eléctrica (un 49% menos) y también bajó el consumo del gas natural en las centrales de ciclo combinado (-37%), en tanto que aumentaron la producción hidráulica (43%) y fotovoltaica (33%). Solo la eólica evitó la emisión de 30 millones de toneladas de CO2 equivalente.

El consumo de petróleo bajó este año un 2,1% respecto de 2022 y el gas natural disminuyó un 13,4% debido a una caída del gas natural destinado a todos los usos y a la generación eléctrica a pesar de los altos precios.

El carbón representa ya sólo una cantidad mínima del consumo de energía primaria y final, y el sector del transporte por carretera redujo las emisiones un 1,1% respecto al año pasado.

RECOMENDACIONES

Por otro lado, el Observatorio de Sostenibilidad recomienda en su informe aumentar la ambición de los objetivos de reducción de emisiones en la Ley de Cambio climático y revisar los procesos de decisión para una descarbonización tanto en el sector eléctrico y del gas como en otros ámbitos, como el transporte de mercancías por carretera.

También aconseja potenciar la energía fotovoltaica en tejados en pequeñas instalaciones y naves industriales hasta llegar como mínimo a 20 gigavatios instalados y al millón de tejados solares en los próximos años, permitir el balance neto de emisiones para evitar el impacto de las grandes instalaciones sobre el territorio e implantar masivamente renovables fotovoltaicas en zonas sin valor ecológico, como lugares artificiales, aparcamientos, vertederos, escombreras, etc.

Santamarta apuntó que el aumento del gas podría disminuir "si aumenta la capacidad de almacenamiento con bombeo y sobre todo termosolar”. "Se debe eliminar cuanto antes el gas de la ecuación y desbloquear y aumentar las inversiones en termosolar como renovable de almacenamiento, reducir la ganadería intensiva y potenciar el autoconsumo hasta instalar al menos los 20 GW que tiene, por ejemplo, Australia", añadió Prieto.