Lo hizo a través de un comunicado en el que apeló a “combatir mitos” para “eliminar las creencias equivocadas en torno al suicidio”, “contar con testimonios en primera persona que hayan pasado por esta situación con el fin de sensibilizar de un modo más eficaz” sobre esta cuestión, “ofrecer toda la información de servicio de la que se disponga y los mecanismos que existan para prevenir el suicidio” y a “sensibilizar a la población en general para que puedan reconocer las primeras señales de ideación suicida en sus entornos más cercanos”.

En ese sentido, recordó que el Código Deontológico del Periodismo establece que “el periodista respetará el derecho de las personas a su propia intimidad e imagen”, lo que le permitió atestiguar que “sólo la defensa del interés público justifica las intromisiones o indagaciones sobre la vida privada de una persona sin su previo consentimiento”.

También señaló que “con carácter general deben evitarse expresiones, imágenes o testimonios vejatorios o lesivos para la condición personal de los individuos y su integridad física o moral y que en el tratamiento informativo de los asuntos en que medien elementos de dolor o aflicción en las personas afectadas, el periodista evitará la intromisión gratuita y las especulaciones innecesarias sobre sus sentimientos y circunstancias”.

Del mismo modo, indicó que “se prestará especial atención al tratamiento de asuntos que afecten a la infancia y a la juventud y se respetará el derecho a la intimidad de los menores”.

Al margen del Código Deontológico del Periodismo, la FAPE llamó a tener presente otras recomendaciones, como las recogidas en un manual editado por el Ministerio de Sanidad, en cuya elaboración participó esta federación, basadas en otras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en las que se pone de manifiesto que “no hay tratar la muerte por suicidio de forma sensacionalista ni concretar el método y lugar en el que se produce”.