Feijóo volvió a pivotar su discurso económico sobre el principio de que “en España tiene que merecer la pena trabajar”, rechazó “el discurso triunfalista” del Gobierno en materia económica, y diagnosticó las seis razones por las que los ciudadanos afrontan “un fuerte problema de desafección” con la política: la presión fiscal que “asfixia al país”, “la sensación de que pagamos más y recibimos menos”, “la impunidad que se fomenta desde el Gobierno”, “la desconfianza” del emprendedor, la burocracia y el intervencionismo.

El líder del PP insistió en que el Gobierno ha aprobado “97 subidas de impuestos” en los últimos años –el dato corresponde a un informe del Instituto Juan de Mariana que mezcla cotizaciones, efectos indirectos y reversiones temporales–, y cargó especialmente contra la subida de cuotas que el Ministerio de Seguridad Social negocia con los autónomos.

Advirtió de que, aunque se quiera “disfrazar” la medida “de progresismo”, “no hay discurso de progreso que justifique asfixiar al que produce” ni “justicia social si el que trabaja paga cada vez más y el Estado gasta cada vez peor”. Y señaló que los datos récord de recaudación son “un éxito”, sino “un síntoma de abuso”, más cuando no hay Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2026.

“Cuando ese esfuerzo no se traduce en mejores servicios ni más calidad de vida, lo que crece no es el progreso, lo que crece es la frustración. Pagamos más que nunca, pero vivimos peor. El 90% de los españoles han perdido poder adquisitivo. Se recauda más y nadie sabe para qué, y llevamos 3 años sin que el Gobierno presente Presupuestos Generales del Estado. ¿Ustedes podrían estar tres ejercicios sin presupuestar? Pues la política no puede exigir lo que no practica”, señaló.

CORRUPCIÓN

Feijóo hizo un ejercicio similar con los casos de corrupción del Gobierno y la familia de Pedro Sánchez. En su opinión, todos estos escándalos son un lastre para un país “agotado” ante un goteo de informaciones que “roba energía moral” a todos los ciudadanos que sí “tienen que justificar hasta el último céntimo” ante “los mismos que no vieron o no quisieron ver la corrupción más cercana”. “No hay mayor inmoralidad en política que castigar al que cumple y beneficiar a quien ha abusado. Y esto es ética, pero también es economía: la corrupción no solo roba dinero, roba energía moral y un país agotado moralmente nunca puede prosperar”, avisó.

Por otro lado, el líder del PP prometió reducir la burocracia, que se ha convertido “en un laberinto sin salida, una maraña infinita que agota, que desanima y que convierte cada proyecto en una odisea”. Para revertir esta realidad dibujada por Feijóo –según sus datos, se publicaron “1.300.000 páginas de normativa” en 2024, aunque no aclaró a qué nivel de la administración– recuperó su propuesta de “por cada nueva norma eliminar tres” para que haya “menos BOE y más PIB, menos trámites y más proyectos, y menos papeles y más y mejor empleo”.

En último lugar, se comprometió también a acabar con “el intervencionismo” de Sánchez porque considera que un Gobierno no puede entrar en los consejos de administración de las empresas ni desempeñar el papel de “juez, árbitro y jugador a la vez”; y revertir un “sistema corrosivo en el que parece no haber diferencias entre trabajar y no trabajar, entre cumplir y no cumplir, entre ser honesto o aprovechado”.

“El Estado debe ayudar, claro que sí, pero la ayuda debe ser un impulso no una rendición. El subsidio no puede convertirse en un modelo de vida ni en una herramienta del poder político. Un país subsidiado no es un país igualitario, es un país sin futuro. Cuando un país empieza a medir su éxito por el número de ciudadanos dependientes del Estado, algo se ha invertido en su escala moral”, añadió.

En esta coyuntura, Feijóo tendió la mano a las empresas familiares para sacar adelante una “alianza con honestidad, con reglas claras, con impuestos razonables y con seguridad jurídica”.

SU HERENCIA

Dentro de ese marco, se comprometió a recuperar el “rigor” en la gestión pública y cambiar su futuro Gobierno si no puede aprobar Presupuestos porque, cuando “un Gobierno que no planifica, improvisa”, y cuando “un país improvisa, se pierde”. “Presupuestar es decidir, no presupuestar es rendirse al desgobierno”.

También insistió en recuperar la “honestidad” porque “la política no puede pedir sacrificios a los ciudadanos mientras tolera abusos en sus propias filas”. “Sin honestidad no hay ejemplo. Y sin ejemplo no hay autoridad moral. Restaurar la decencia en la gestión es el cambio más urgente que necesita nuestro país”, dijo.

La tercera línea del pacto tendido a los empresarios es “impuestos justos y mejor usados”. En este sentido, se esforzó en convencerles de que un eventual gobierno del PP tendrá “menos afán recaudatorio y más calidad en el gasto”, y revisará “cada una de las 97 subidas de impuestos de estos años” para revertirlas.

Por último, mandó un mensaje de “confianza” y remarcó que “lo importante no es lo que se hereda”, sino “lo que se deja en herencia”. “Y yo quiero dejar un país serio, un país más justo y un país más digno para quienes vengan detrás. Porque gobernar, al final, en mi opinión, es eso: trabajar para que los que nos sigan encuentren una España mejor que la que nosotros nos encontramos”.