Así lo establece la nueva normativa sobre gallinas ponedoras, recientemente publicada en el "Boletín Oficial del Estado", que supondrá la adecuación paulatina de las granjas avícolas españolas a las comunitarias.

Estos animales se ganan así una serie de derechos de los que carecían actualmente y que les suponían sufrir, según denuncias de grupos ecologistas, duras condiciones de vida: exposición a la luz cegadora durante las 24 horas del día para ser más prodctivas, amontonamiento en jaulas muy estrechas y malas condiciones de higiene.

La nueva normativa se refiere a las gallinas ponedoras que vivan en granjas de más de 350 ejemplares y deja exentos a los tradicionales gallineros domésticos, donde, por otra parte, estas aves suelen tener ya mejores condiciones de vida que sus colegas de las granjas industriales.

Además de establecer un "periodo de penumbra" en las granjas, que se prolongará durante un tercio de la jornada (ocho horas), para permitirlos animales descansar "sin perturbaciones", la normativa mejora la calidad de las jaulas y exige que ninguna gallina esté ubicada encima de otra, de manera que los excrementos no caigan sobre la vecina de abajo.

Por otra parte, se exige a los granjeros que visiten al menos una vez al día a sus aves, que les garanticen la máxima higiene posible, que se vigile la calidad de la luz, la alimentación y el agua y que se les dote de jaulas que les permitan desarrollar su vida sin apreturas. Además, en casode contar con áreas de recreo exteriores a las jaulas, la densidad de las aves no debe superar las nueve gallinas por metro cuadrado.