Para ello, la guía recuerda que las prácticas tradicionales de sacrificio, sean rituales o no, deben respetar diferentes aspectos como los requisitos de sanidad animal, la eliminación de los tejidos resultantes del sacrificio y, de manera destacada, las condiciones de salud pública, con respecto a cómo obtener carnes que se destinan a consumo humano y que deben presentar las mismas garantías sanitarias que el resto de alimentos que hay en el mercado.

El documento recuerda, por ejemplo, las ventajas que ofrecen los mataderos, en cuanto que instalaciones debidamente equipadas, para cumplir todos los requisitos exigibles de higiene, de buenas prácticas de trabajo, de condiciones para los animales y de control de los subproductos que se originan.

También menciona que en los mataderos se dispone de servicio veterinario oficial que, de manera ininterrumpida, controla todas estas condiciones y lleva a término la inspección reglamentaria de las carnes.

Precisamente, el documento también dedica un capítulo a alertar de los riesgos sobre el consumo de carne no procedente del matadero, de la que no se pueden garantizar las condiciones de salud.

El documento añade que el ritual islámico del sacrificio está previsto en la normativa y, en este sentido, hace compatible la práctica religiosa con los requisitos legales de obtención de carnes, dando garantías así a los practicantes sobre la seguridad de los alimentos que consumen y ordenando una práctica que, en privado y sin condiciones, puede presentar riesgos indeseados.

La fiesta islámica del sacrificio varía cada año y este año será aproximadamente el 20 de diciembre, según informó el Gobierno catalán.