A diferencia del resto de los países firmantes, España negoció una cláusula en la que condicionaba su cumplimiento al hecho de que el otro país no utilizase tampoco ese tipo de armas.

El protocolo de la convención fue firmado por nuestro país el 17 de julio de 1925 y el instrumento de ratificación diplomática fue depositado el 22 de agosto de 1929 con la formulación de la siguiente reserva:

"(España Declara que el protocolo relativo a la prohibición del empleo en la guerra de gases asfixiantes, tóxicos o similares y de medios bacteriológicos (...) es obligatorio `ipso facto' y sin acuerdo especial en relación con cualquier otro miembro o Estado que cumpla la misma obligación, es decir, a condición de reciprocidad".

ESPAÑA NO TIENE ARMAS QUIMICAS

El Gobierno fundamenta esta decisión en el hecho de que España no posee armas químicas "ni consideraría en ningún caso su utilización", según se recog en la reseña de prensa que se distribuye al término del Consejo de Ministros.

Además, el Ejecutivo ha considerado que en el seno de la Conferencia de Desarme de Ginebra se negocia una convención multilateral que prohibirá de forma global la fabricación, desarrollo, uso o almacenamiento de este tipo de armamento y España ya ha manifestado la intención de firmar este nuevo tratado.

Otra tercera razón, asegura el Gobierno, es que en la III Conferencia de Revisión de la Conferencia para la Prohibicin, Desarrollo, Producción y Almacenamiento de las armas bacteriológicas (biológicas) y tóxicas, de la que España forma parte, se ha señalado la importancia de retirar reservas como la que mantenía nuestro país hasta hoy.