Así se explica en un estudio realizado por un equipo internacional de investigadores de instituciones de Alemania, Dinamarca, España, Noruega y Reino Unido, y publicado en la revista ‘Nature’. En la relación de autores figuran Alexander Robinson y Marisa Montoya, del Departamento de Ciencias de la Tierra y Astrofísica de la Universidad Complutense de Madrid.

La temperatura media global máxima y el intervalo de tiempo en que se sobrepasa el umbral crítico de temperatura del manto de hielo son fundamentales en la estabilidad futura de la capa helada de Groenlandia.

Los modelos y las reconstrucciones paleoclimáticas indican que el manto de hielo de Groenlandia está bajo un elemento de inflexión del sistema climático, es decir, si se superaran ciertos umbrales críticos de temperatura por el cambio climático, la capa helada sufriría una transición a un estado cualitativamente distinto, con un volumen y extensión de hielo muy reducidos, y un aumento muy importante del nivel del mar.

Sin embargo, los mantos de hielo tienen una inercia (resistencia al cambio) muy importante, esto es, reaccionan muy lentamente a los cambios en el forzamiento externo, es decir, en las emisiones de CO2 y en el cambio de las temperaturas.

POSTERIOR RECUPERACIÓN

Los autores señalan que un calentamiento global de entre 1,7 y 2,3 grados por encima de los niveles preindustriales desencadenaría una pérdida abrupta de la capa de hielo en Groenlandia.

Ese deshielo podría mitigarse si esa temperatura umbral se reduce después a menos de 1,5 grados sobre la era preindustrial. No obstante, sobrepasar temporalmente ese punto de inflexión causaría un aumento de varios metros en el nivel del mar.

“El hecho de superar este umbral durante un tiempo limitado no implica necesariamente que se vaya a producir una transición crítica, siempre y cuando las temperaturas máximas alcanzadas y el tiempo en que se rebasan los umbrales sean limitados. Este estudio contradice a quienes sugieren que, puesto que el cambio climático ya está en marcha, no podemos hacer nada para evitar sus consecuencias más graves”, explica Marisa Montoya, también investigadora del Instituto de Geociencias (IGEO-CSIC-UCM).

Para llevar a cabo el estudio, los autores desarrollaron simulaciones numéricas de la evolución del manto de hielo de Groenlandia, con las que se investigó el impacto de diferentes escenarios de calentamiento, con rebasamiento de los umbrales críticos del manto y de posterior enfriamiento.

Para ello se utilizaron dos modelos independientes de la criosfera terrestre acoplados: el PISM y el Yelmo, este desarrollado por Robinson y Montoya. “El hecho de que los resultados obtenidos con los dos modelos sean similares aumenta nuestra confianza”, concluye la investigadora de la Complutense y el IGEO.