Así lo recoge 'Las múltiples caras del terrorismo en Cuba', elaborado por Matías Jové, director ejecutivo de la Asociación Española Cuba en Transición, y John Suárez, director ejecutivo del Centro por una Cuba Libre.

El informe se adentra en las más de seis décadas de conexión entre la Cuba revolucionaria y el terror y detalla la larga trayectoria de Cuba en el uso y apoyo del terrorismo. El trabajo cuenta con el prólogo de María San Gil, ex dirigente política del Partido Popular y uno de los rostros más reconocidos en la lucha contra el terrorismo de ETA.

La documentación recogida en el informe revela que la revolución cubana se hizo a base de terrorismo; que posteriormente, durante décadas la dictadura la revolución entrenó, financió y ofreció refugio a centenares de terroristas de todo el mundo; y que Cuba nunca ha renunciado a integrar el terror como un elemento de su estrategia revolucionaria y mantiene estrechos contactos con organizaciones terroristas de todo el mundo.

Según el estudio, "a lo largo de más de seis décadas Cuba ha mantenido de forma persistente una estrechísima relación con el terrorismo, sin embargo, ésta ha evolucionado a lo largo del tiempo". En un primer momento, el terrorismo en sentido estricto, fue determinando para el acceso de Fidel Castro al poder. El informe detalla cómo desde la Sierra Maestra en el Oriente de Cuba se practicaron secuestros de ciudadanos extranjeros, se ordenaron asesinatos selectivos y se comenzó la táctica de secuestro de aeronaves. Pero, sobre todo, el Movimiento 26 de Julio implementó una "sangrienta estrategia de terrorismo urbano" con actos de sabotaje, robos, cientos de bombas y centenares de muertos y heridos sobre los que se fundamentaría la revolución.

"Muy poco después del triunfo de la revolución cubana, el terrorismo se convirtió en la principal herramienta para la exportación de la revolución", concluyeron los estudiosos. Eran los años del foquismo, una estrategia defendida por Fidel Castro y Ernesto Che Guevara que defendía el uso intensivo del terror para crear las condiciones revolucionarias. Desde que, en abril de 1959, tropas guerrilleras cubanas participaran en un intento de invasión en Panamá desde la Isla se organizaron múltiples expediciones armadas para exportar la revolución: República Dominicana, Haití, Nicaragua, Venezuela, Colombia, Honduras, Argelia, Zaire o España.

En aquellos años cientos de militantes de organizaciones terroristas viajaban a Cuba para recibir adiestramiento militar. Entonces, desde La Habana se impulsó la creación de bandas terroristas como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia y en 1966 Fidel Castro llegó a reunir a cientos de terroristas de todo el mundo en la primera Conferencia Tricontinental celebrada en La Habana en la que estuvieron presentes terroristas palestinos, vascos, irlandeses, norcoreanos, libios, uruguayos, argentinos, nicaragüenses, dominicanos, brasileños, chilenos, venezolanos y colombianos.

"Esa posición de abierta defensa del terrorismo se oponía, sin embargo, a las tesis defendidas por la Unión Soviética que aprovechó la muerte del Che Guevara para empujar al régimen cubano hacia la ortodoxia del Kremlin", según los impulsores del informe. Fue entonces, cuando Cuba desarrolló una transformación sustancia del aparato militar convencional convirtiendo el ejército cubano en el noveno más importante del planeta con una actividad muy importante en África al servicio de la Unión Soviética. Fidel Castro, sin embargo, tampoco renunció al terrorismo en este escenario. Durante estos años, Cuba impulsará una intensísima actividad clandestina operada a través del denominado Departamento de América, dirigido por Manuel Piñero, alias Barbarroja. "La Habana se convirtió en un 'hub' de terrorismo internacional donde se ofrecía financiación, armas, entrenamiento e inteligencia a los tupamaros uruguayos, a los montoneros argentinos, a los etarras vascos a los terroristas palestinos y a un sinfín de organizaciones terroristas de todo el mundo", añadieron desde CEU-CEFAS.

El informe recoge que el colapso de la Unión Soviética impulsó también una profunda transformación de las actividades terroristas impulsadas desde La Habana. La actividad operada desde Cuba se integraría, entonces en las redes de trasnacionales de criminalidad entrelazando la actividad lícita y política -en esos años se funda el Foro de Sao Paulo- con los nexos con el crimen organizado, en particular, el narcotráfico.

NEXOS

'Las múltiples caras del terrorismo en Cuba' hace un repaso de las conexiones largamente denunciadas y documentadas de La Habana con el narcotráfico y defiende que esos nexos no son accidentales, sino estructurales por su conexión a altos funcionarios y militares del régimen. Lo novedoso de la etapa actual es que “ya no será posible distinguir si es Cuba quien patrocina el terrorismo o es el propio crimen organizado quien controla el régimen cubano”.

El informe recuerda que la Unión Europea tiene un compromiso declarado en la lucha contra el terrorismo. El Consejo de la Unión Europea publica cada seis meses una lista de organizaciones terroristas sobre quienes recae una serie de medidas que incluyen la inmovilización de fondos y activos financieros o de la cooperación judicial y policial. Estas medidas están incluidas en la Posición Común 2001/931/PESC y afectan hoy en día a 14 personas y a 22 grupos o entidades, entre las cuales, están Hamás, Hezbolá, Frente Popular de Liberación Palestina y la Dirección de Seguridad Interior del Ministerio de Inteligencia y Seguridad de Irán, todas ellas entidades relaciones con el régimen cubano.

El informe sostiene que esa cooperación es relevante porque “participar, facilitar o financiar actividades de estas entidades habilita al Consejo de la Unión Europea para incluir a dirigentes cubano u organizaciones del régimen en la denominada lista de la UE de terroristas”.